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Goggomobil F-350, microexclusividad de Munisa

La empresa Munguía Industrial (MUNISA) inició la fabricación del microcoche Goggomobil en enero de 1962. Toda una satisfacción, ya superadas las trabas burocráticas que desde 1958 habían dificultado la producción de este cochecito de diseño alemán.

En la fábrica de Munguía (Vizcaya) recién estrenada, la empresa construía las carrocerías y realizaba el montaje, mientras que los motores se producían en el barrio bilbaíno de Deusto. Y es que Munguía Industrial pertenecía al grupo Beltrán y Casado, un consorcio metalúrgico que ya producía piezas mecánicas y cajas de cambios para Movesa, fabricante en Vitoria de las motos Peugeot, y para Imosa, la constructora de las furgonetas DKW.

En 1962 se fabricaron 1.100 unidades del Goggomobil y al año siguiente se duplicó la producción, que tuvo las ventas adecuadas. Pero los cuatro años perdidos fueron decisivos para que no se aprovechase el periodo más exitoso del modelo.

Cuatro de las versiones Goggomobil fabricadas en Munguía
Cuatro de las versiones Goggomobil fabricadas en Munguía

Con el Seat 600 bien afianzado en el mercado español, pronto se vería que las ventas del sedán T-350 iban a ir decreciendo.

Poco tiempo después se dio a conocer la variante C-350, un Goggomobil comercial sin asiento trasero y sin ventanillas laterales traseras de cristal. Esta versión, que estaba exenta del Impuesto de Lujo, tuvo una demanda discreta.

Furgoneta Goggomobil F-350

A la vista del auge que tenían las furgonetas AZU, derivadas del Citroën 2 CV, en Munisa elaboraron la versión F-350. Esta variante poseía una mitad trasera de mayor altura, para así poder transportar a dos personas y hasta 250 Kg. de carga.

La zona trasera superior de la carrocería iba dotada de chapa ondulada, para aumentar la rigidez. Y atrás, la F-350 contaba con dos puertas traseras acristaladas, situadas por encima de la zona reservada al motor bicilíndrico, de ciclo de dos tiempos.

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Goggomobil, uno de los microcoches que a partir de los años 50 trataron de motorizar Europa

La superficie de carga, plana y de 1,75 metros cuadrados, era idónea para el tranporte ligero en el entorno urbano, ya que la longitud de sólo 3,08 metros convertía a la F-350 en una furgoneta ágil y efectiva para callejear en nuestras ciudades.

Además, su volumen de carga de 1.480 metros cúbicos, aunque era inferior al de las Citroën 2 CV y Renault 4F, tenía una forma sin irregularidades, así como unas barras de separación que evitaban que las mercancías entrasen al espacio de los ocupantes.

De esta F-350, sumada a otro modelo mixto posterior que se denominó K-400S, se construyeron alrededor de trescientas unidades hasta el fin de la producción. Y dada la vida dura que suelen llevar este tipo de vehículos, apenas quedan ejemplares.

La furgoneta F-350 de Uwe Staufenberg, delante de un Goggomobil sedán. Se libró de la dura vida a la que estaba destinada
La furgoneta F-350 de Uwe Staufenberg, delante de un Goggomobil sedán. Se libró de la dura vida a la que estaba destinada

La aguja en el pajar

Uwe Staufenberg es un gran entusiasta alemán del Goggomobil, que difunde a través de su página Goggomobil.com y al que le encantó la furgoneta que fabricaba Munguía Industrial en exclusiva.

Fruto de su pasión, descubrió hace cuatro años en un antiguo concesionario madrileño de Goggomobil una furgoneta F-350, que se había quedado sin vender. Sólo se había utilizado para la promoción comercial, con placas de pruebas, y no estaba matriculada.

Lógicamente, las cuatro décadas de inactividad habían estropeado los neumáticos y demás componentes de goma. En cambio, la carrocería se había visto preservada por haberse guardado en un local cerrado, como se vio tras una limpieza concienzuda.

Característicos tapacubos de los Goggomobil, muy aparentes
Característicos tapacubos de los Goggomobil, muy aparentes

También se conservaba perfecta la mecánica, que apenas había recorrido poco más de 500 Km., pero tantos años de inmovilidad obligaron a que Uwe le hiciese una revisión a fondo, sustituyendo piezas fuera de uso y comprobando reglajes.

Sin embargo, ya con la furgoneta lista para rodar, había un pequeño inconveniente. Carecía de matrícula, por lo que en su estreno en la «Trobada Internacional de Microcotxes» de 2011 y para que llevase algo utilizó una placa madrileña del año 1957.

Durante esa concentración, que se celebra cada dos años en torno a la localidad barcelonesa de Manresa y cuya próxima edición tendrá lugar el 8 y 9 de junio, la furgoneta Goggomobil F-350 coincidió con otros dos ejemplares similares.

En Garaje Guijarro, servicio oficial, apenas dieron trabajo a esta F-350
En Garaje Guijarro, servicio oficial, apenas dieron trabajo a esta F-350

Ambas pertenecían a aficionados alemanes, a los que les parece una maravilla esta versión española tan poco querida por acá.  Una de ellas, de color azul, seguía con su matrícula valenciana de 1965, mientras la otra ya disponía de su placa germana.

Y junto a estas tres furgonetas, casi un centenar de microcoches, entre ellos Goggomobil fabricados en Dingolfing (Alemania), algunos ensamblados en la factoría de Munguía y una Goggomobil 300 teutona, que en su día fue del Correo alemán.

La furgoneta F-350 de Uwe

Ya calzada con unos neumáticos Michelin XZX, radiales y en su medida 4.50-10, la furgoneta F-350 comenzaba a rodar de nuevo. En su exterior, Uwe había renovado la rotulación del antiguo concesionario de Madrid e instalado la visera quitasol.

En el ángulo inferior derecho del parabrisas, conserva una tarjeta promocional del Garaje Guijarro. Era un servicio oficial Goggomobil de Madrid, que apenas estrenó la furgoneta y que tenía su sede en el número 22 de la calle Vallehermoso.

Juntos en un circuito de karting. Por qué no
Juntos en un circuito de karting. Por qué no

También colocó en las cuatro llantas los tapacubos cromados característicos, pero tuvo especial cuidado en no modificar los parachoques pintados en el color de la carrocería, utilizados sólo en las versiones furgoneta y en el modelo comercial C-350.

Ya dentro del reducido habitáculo, da gusto ver tan impecables la tapicería bicolor de los asientos y las vestiduras de las puertas, junto a la presencia impoluta del volante y de las barras de separación de la zona reservada a la carga.

Con el cuentakilómetros marcando la cifra 00611, en el puesto de conducción destaca su sencillez. El único reloj es el del velocímetro, mientras que para saber cuándo hay que echar gasolina tenemos la llave de la reserva, como en las motos de entonces.

El salpicadero metálico incluye una guantera abierta y unas bocas de desempañado del parabrisas. Más cuatro mandos nada ergonómicos que sirven para activar el estrangulador del arranque en frío, encender las luces, accionar los intermitentes o poner en marcha los limpiaparabrisas.

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00611 Km., como nueva. Sencilla, pero poco ergonómica

 

Continúa en la Página 2…

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Ignacio Sáenz de Cámara

Escrito por Ignacio Sáenz de Cámara

Desde muy pequeño, sentí atracción por cualquier vehículo, independientemente de que fuese el Renault 4 de mi padre, la furgoneta DKW 800 S de mi abuelo o la Lambretta del tío Santos. Y por supuesto, de los coches que a partir de los 11 años veía en las revistas del motor. También me gusta escribir, razón de que tras abandonar la docencia trabajase como redactor y probador en Autopista... Ver más

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