trobada microcotxes 2015
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Trobada de Microcoches 2015, para comérselos

En torno a Manresa, la capital de la comarca barcelonesa del Bages, ha tenido lugar el 6 y 7 de junio la 15ª edición de la Trobada de Microcoches de Manresa. A esta reunión internacional han acudido 85 ejemplares, algunos de ellos procedentes de Austria, Alemania y Holanda.

Poco a poco, al céntrico paseo de Pere III iban llegando en la mañana del sábado cochecitos diferentes entre sí. Los había de cuatro ruedas, pero también triciclos de una rueda trasera y los Bond Minicar, que mostraban su única rueda delantera.

Los Autonacional Biscuter, con 23 ejemplares de su modelo Zapatilla más dos furgonetas Rubia, eran mayoría dentro de los vehículos presentes. En contraste, uno de los escasos Inter 175, del francés Gilles Deloge y recién terminado de restaurar.

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Cuesta arriba. Con su triciclo Bond MK-F de 1961, el francés Jean Delclos participó en compañía de su nieto

Mientras tanto, el público no podía disimular sus caras de sorpresa. Y es que hay pocas ocasiones de contemplar unos coches tan variados ente si y de estilos tan dispares. A lo largo de la mañana, los participantes iban recogiendo las documentaciones en la carpa del Clàssic Motor Club del Bages, la entidad que organiza este encuentro desde 1987.

1.300 kilómetros para asistir a la Trobada

Los motores comenzaban a ponerse en marcha a las 12,30 h. Era el momento de salir en caravana hacia la cercana localidad de Sant Joan de Vilatorrada, en un recorrido de 4 km. El breve trayecto sirvió para contemplar el grupo en movimiento y a cielo abierto. Y escuchar el sonido diferente de sus mecánicas, en su totalidad de sólo uno o dos cilindros.

Entre los participantes más lejanos, el de mayor mérito fue Ralf Bosser. Salió de Stuttgart al volante de su furgoneta Glas Goggomobil de 1959 y se arreó los casi 1.300 km hasta Manresa. Del mismo modo, era de aplaudir el grupo llegado desde Viena, la capital de Austria. Aunque cargaron sus cochecitos en remolques, los más de 1.800 km de ida y otros tantos de vuelta son merecedores de elogio.

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Bravo por Ralf Bosser. Al volante de su furgonetita Goggomobil del servicio postal germano, se vino en marcha desde Stuttgart

Ya durante la tarde y después de la comida, tocaba regresar a Manresa, donde iba a celebrarse el Concurso de Elegancia en el paseo Pere III. Uno a uno, los equipos participantes tenían que pasar sobre la moqueta roja y ser examinados por el Jurado.

Asimismo, también hubo una votación por parte de las personas que lo deseasen. Y en ella, salió elegido como el de mayor atractivo el Heinkel Kabine gris de 1957, con el que habían llegado desde Holanda el señor Gerard Vingerhoed y su esposa.

Aparte del concurso en sí, en aquel acto era llamativo el asombro del público ante unos vehículos tan poco comunes. No en vano, algunos habían acudido con una cámara fotográfica para retratar aquel espectáculo. También abundaban los que echaban mano a su teléfono móvil y poder guardar el recuerdo de aquella tarde.

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Microconcurso de Elegancia

Como en anteriores ediciones, el Concurso de Elegancia congregó a abundante público, siendo los miembros del jurado Josep Mª Companys –presidente de la F.E.V.A.– y Agustí Marin, bibliotecario del Clàssic Motor Club de Bages.

Más que lucir vestidos elaborados por modistos de prestigio, el asunto consistía en saber improvisar y buscar los complementos adecuados al tipo de vehículo, antes de posar sobre la alfombra roja. De hecho, la familia Lacastaignerate se alzó con el triunfo en el Concurso de Elegancia gracias a su vestimenta y accesorios playeros, acordes con su Vespa 400 azul celeste, matriculado en 1960.[/su_note]

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También estuvieron acertados David Serge y acompañantes, que adornaron con flores su Autobianchi cabriolet de 1965. El podio lo completaron la logroñesa Sara Nafarrate, en compañía de Pilar Vergara y su nieto Marcos Luquin, los tres en un Biscuter Zapatilla de 1956 y tocados con unos llamativos sombreros.

Además, el Jurado otorgó otros doce premios, que tuvieron en cuenta el nivel de restauración, el de conservación y la mayor antigüedad. Hubo asimismo trofeos a los participantes más lejanos, así como a los que la desgracia se cebó con ellos.[/su_note]

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Entre llegada y regreso, 3.600 km. Procedentes en remolque desde Viena, Steyr-Puch 500 de 1962 y NSU Sport Prinz de 1965

Carreteras sin ataduras, aunque duras

De nuevo a madrugar en la mañana del domingo, pues a las 8,30 h se volvían a reunir los cochecitos en el paseo Pere III. Un desayuno rápido y a las 9 h tomaban la salida hacia Cardona. Se trataba de una excursión de 36 km hasta el castillo de la citada localidad, a través de carreteras secundarias sin apenas tráfico.

Las dificultades de algunos Biscuter, sobre todo en las pendientes más pronunciadas, se arreglaron con el compañerismo de otros participantes que pararon a empujar. Además, la organización disponía de un equipo mecánico y una grúa.

Sin duda, esta ruta es la parte de la Trobada que más entusiasma a los participantes. Que durante esa jornada tenían ocasión de rodar libremente, sin la presión de los grandullones y en compañía de amigos que conducían autos de tamaño similar.

Ya en las proximidades de Cardona, una estación de servicio fue el lugar de parada de numerosos equipos. Y no sólo para repostar gasolina, sino también para tomar refrescos en aquella mañana calurosa y supervisar el estado general del cochecito. Aún quedaba ascender hasta la explanada junto a las murallas del antiguo castillo y moderno parador. Allí, ocupantes y vehículos descansaron y recuperaron fuerzas, en un agradable y estratégico marco que tenía unas excelentes vistas.

Por suerte, la ruta de regreso hasta Santpedor era por lo general en descenso, aunque con alguna cuesta arriba no demasiado fuerte que obligaba a engranar la segunda marcha. Una vez más, la orografía favorable hizo que este tramo final de otros 36 km se cubriese con mayor rapidez. E incluso asistir a algunos adelantamientos, sobre todo de autos bicilíndricos de ciclo cuatro tiempos que superaban a los monocilíndricos 2T.

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Parada a repostar. El Clua de Llorenç Farré y el Iso Isetta de Ángel Almacelles, durante unos minutos de descanso

Al llegar al destino en el restaurante Ramon, tenía lugar la comida de despedida, seguida de la entrega de trofeos y recuerdos. Entre los premiados, destacar el Vespa 400 de Thierry Lacastaignerate, primer trofeo a la Elegancia, así como al alicantino Pascual Navarro, cuyo Biscuter se adjudicó el trofeo a la mejor restauración.

Finalmente, un premio especial a la perseverancia a Michel y Sylvie Humbert. Según viajaban hacia Manresa, se les estropeó su Velorex en los Pirineos, regresaron a su casa de Picardía en tren y acudieron a la Trobada a bordo de un Bond Minicar.

Y sin mayor pérdida de tiempo, a despedirse hasta dentro de dos años, que a muchos les quedaba todavía emprender un largo regreso.

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Premio a la conservación. El Bond Minicar de 1960 de Jean-Marc Navarro regresó a Versalles con un merecido trofeo

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Treinta microcoches en exposición

Después de la comida del sábado en Sant Joan de Vilatorrada, los participantes se desplazaron a pie hasta un edificio cercano. En él, los miembros de la sección de Microcoches del Clàssic Motor Club del Bages habían preparado una exposición que mostraba treinta diferentes microcoches.

El más antiguo era un Briggs&Stratton Flyer, fabricado en los Estados Unidos en 1922, mientras que el resto eran vehículos de los años cincuenta y sesenta. Entre ellos, había varios ejemplares de los que apenas sobreviven más unidades, como era el caso del Triver Rana de 1956, un PTV pick-up de 1960 o un sedán Kapi 350 de 1953.[/su_note]


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Era destacable la presencia de un nutrido grupo de microcoches industriales, formado por vehículos de las marcas Mymsa, FH, Iso y Autonacional. Sin olvidarnos de algunos cochecitos de origen foráneo, de las firmas británicas Bond y Berkeley, las germanas Glas y Messerschmitt o la checoslovaca Velorex.[/su_note]

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Ignacio Sáenz de Cámara

Escrito por Ignacio Sáenz de Cámara

Desde muy pequeño, sentí atracción por cualquier vehículo, independientemente de que fuese el Renault 4 de mi padre, la furgoneta DKW 800 S de mi abuelo o la Lambretta del tío Santos. Y por supuesto, de los coches que a partir de los 11 años veía en las revistas del motor. También me gusta escribir, razón de que tras abandonar la docencia trabajase como redactor y probador en Autopista... Ver más

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