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Abarth 1000 Pininfarina. Un intento serio por llegar al mercado americano

A comienzos de los sesenta Abarth ya era una empresa en plena simbiosis con FIAT. Sin embargo, también fue capaz de llegar a tratos con firmas como Pininfarina para tantear la posibilidad de crear un pequeño y futurista deportivo con el mercado norteamericano en mente. Fruto de esta idea fueron los Abarth 1000 Pininfarina GT Spider y Coupé Speciale. Creaciones que chocaron contra el muro de las homologaciones.

Cuando se observa la naturaleza muchos tienden a resaltar los aspectos más predativos y competitivos. Sin embargo, la selección natural también ha propiciado comportamientos simbióticos entre diferentes especies. Cangrejos que cuidan anémonas urticantes en sus pinzas para que éstas disuadan a los pulpos. Hongos y algas que intercambian fotosíntesis por humedad formando así el liquen de los árboles. E incluso las millones de bacterias que habitan en nuestro propio sistema digestivo, ayudándonos a digerir mientras ellas disfrutan de un adecuado entorno vital.

Todas ellas relaciones cooperativas en las que dos elementos diferenciados logran un beneficio compartido. Algo que tiene su reflejo automovilístico en casos como el de Gordini con Renault o Abarth con FIAT. Dos pequeños preparadores que por sí solos no podían fabricar componentes complejos como chasis o motores, aunque sí llevarlos artesanalmente a importantes cotas deportivas. Justo el proceso que marcas tan hechas a la producción en serie como FIAT y Renault no podían hacer. Así las cosas, fruto de esta simbiosis industrial aparecieron modelos como el R8 Gordini o los sucesivos Abarth 1000.

Montados principalmente sobre chasis de FIAT 600 y 850, los Abarth 1000 configuraron una compleja saga con multitud de versiones tan sólo unidas por compartir el bloque motor FIAT-Abarth 1000. Un cuatro cilindros que aumentaba los 633cc del motor original del FIAT 600 hasta los 982. No obstante, todo este esfuerzo nunca llegaba a generar modelos de gran serie. Quedando siempre en ventas de kits aplicables al 600 en el caso de los Abarth 100 TC/TCR o exclusivos bólidos para circuito como el SP.

Es por ello que, a comienzos de los sesenta, Carlo Abarth pensó en la idea de contar con un automóvil de venta masiva. Pero, ¿cómo llevarlo a cabo? La respuesta fue una simbiosis llamada Abarth 1000 Pininfarina Coupé Speciale.

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ABARTH 1000 PININFARINA COUPÉ SPECIALE. AL ASALTO DE AMÉRICA

Durante los sesenta, la relación de Abarth con FIAT fue muy intensa. Tanto así que, en 1971, el gigante industrial de los Agnelli acabó comprando la empresa de Carlo Abarth para hacer de ella su departamento de competición. No obstante, Abarth había demostrado capacidad para emprender colaboraciones con otras marcas más allá de FIAT. Muestras de ello son sus proyectos con Alfa Romeo y Porsche desde finales de los cincuenta. En los cuales el pequeño preparador aprendió a tratar con carroceros e incluso hacer sus propios chasis tubulares gracias a Mario Colucci. Llegado a este punto, Carlo Abarth comenzó a fantasear con la idea de hacer sus propios modelos ocupando pequeños nichos de mercado.

Uno de ellos fue el referido a un Sport Prototipo accesible para equipos privados. Escueto ámbito que se rellenó con medio centenar de unidades del 1000 SP. Sin embargo, la parte más jugosa del pastel estaba en el mercado americano. Lugar donde los pequeños deportivos europeos contaban con un alto predicamento compensando la falta de potencia con un peso muy ligero. Una fórmula de éxito comprobada gracias a la aparición en 1954 del Porsche 356 Speedster. Versión ideada por el importador Max Hoffman, de la cual se registraron más de un millar de encargos sólo durante el primer año en venta.

Una clara inspiración para Abarth, la cual de hecho conocía este caso de cerca gracias al trabajo que hizo con Porsche a finales de los cincuenta. Mejorando su 356B hasta los 185CV para crear así la versión más potente del mismo: el Carrera GTL Abarth. Por todo ello, Abarth contactó con Pininfarina -muy dispuesta en aquel momento a todo tipo de experimento futurista- de cara a sondear la posibilidad de fabricar en serie un pequeño deportivo para el mercado norteamericano. A la manera del Speedster, pero mucho más moderno en lo visual y mecánicamente basado en el FIAT 850. Justo la mezcla que alumbró al primer prototipo del proyecto: el Abarth 1000 GT Spider de 1964.

UNA CREACIÓN QUE CHOCÓ CONTRA EL MURO DE LAS HOMOLOGACIONES

Fabricado en las instalaciones de Pininfarina con el soporte mecánico de Abarth, el Abarth 1000 GT Spider se benefició de la estética futurista marcada por Aldo Brovarone. Poseedor de un estilo que servía como punto de encuentro entre el clasicismo italiano y el futurismo espacial americano, este diseñador es responsable del Alfa Romeo Superflow o el prototipo del Dino 206/246. Uno de los hitos de la casa, del cual el Abarth 1000 Pininfarina tomó los faros carenados con plexiglás. Solución estética que favorecía la baja altura del morro, posibilitando una línea aerodinámica en la que los asientos se colocaban en posición muy baja.

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Prototipo del Dino

Esto facilitaba una postura de conducción propia de la competición para manejar los 54CV del motor FIAT-Abarth 1000. Un hecho que, sumado a la ausencia de techo y un peso aligerado hasta los 700 kilos gracias a elementos como las llantas de aleación en magnesio aseguraba sensaciones fuertes. Un concepto quizás demasiado radical como para ser lanzado al mercado. Por lo que en 1965 se presentó la versión cerrada del mismo: el Abarth 1000 Pininfarina Coupé Speciale. Dotado de una espectacular apertura del techo en bloque junto al parabrisas, éste ya resultaba más creíble entre otras cosas por el arco de seguridad perfectamente integrado.

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Prototipo realizado por Zagato sobre el Abarth 1000

En este momento, quizás muchos estéis pensando en que el Abarth 1000 Pininfarina no pretendía ser más que otro ejercicio de estilo. Uno de los tantos realizados por carroceros italianos sobre la base del 600 o el 850 como el emprendido por Zagato en 1964. Sin embargo, las intenciones de Pininfarina y Abarth respecto a hacer de este modelo un coche de fabricación en serie para el mercado norteamericano nunca fueron un simple brindis al sol. De hecho, la prueba de ello es el final del propio Abarth 1000 Pininfarina. Estampado contra la comisión de homologación estadounidense, la cual adujo razones tan poco realistas como que el carenado de los faros mermaba la capacidad de los mismos.

Nada más lejos de la realidad. Puesto que en lo relativo a los mismos el Abarth 1000 Pininfarina contaba con un novedoso sistema de faros halógenos en yodo construido de forma expresa por el especialista en iluminación para vehículos Carello. Otro de los muchos refinamientos del Abarth 1000 Pininfarina, el cual no pudo pasar la inspección del gobierno federal de los Estados Unidos para su venta en el país. Una negativa que quebró la que podría haber sido una interesante aventura empresarial la mecánica del FIAT 850, la puesta a punto de Abarth y el diseño y ensamblaje de Pininfarina.

Fotografías: Pininfarina

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Escrito por Miguel Sánchez

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