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Del Model T al Model A, un relevo tan complejo como necesario

Tras casi dos décadas a la venta sin novedades mecánicas de importancia, el Ford Model T debía ser sustituido si la empresa no quería perder terreno ante la competencia. De esta manera, nacía en 1927 el Model A.

Con 15 millones de unidades producidas el Ford T puso en escena al automovilismo de masas. Además, su fabricación en serie influyó decisivamente en la marcha del sistema productivo al evidenciar la eficacia del montaje en cadena. Y bueno, por si todo esto fuera poco supuso un verdadero fenómeno global; ensamblándose simultáneamente en 34 fábricas instaladas en Estados Unidos y 12 repartidas desde Japón hasta España.

En suma, guste más o menos al Ford T le debemos buena parte de lo que hoy en día conocemos como automovilismo moderno. Eso sí, ya que el tiempo pasa para todo lo existente este vehículo de enorme éxito también evidenció muestras de desgaste. Más aún cuando, en una época iniciática marcada por el avance exponencial de la tecnología, su competencia mejoraba de forma constante.

Así las cosas, este modelo presentado en 1908 adolecía de no pocos retrasos ya en la década de los veinte. Es más, desde Chevrolet hasta Willys-Overland pasando por Essex todos los fabricantes a rebufo de Ford tenían modelos mucho más atractivos que el Model T antes de llegar la siguiente década.

Es más, incluso cuando las ventas de éste comenzaron a descender preocupantemente, Henry Ford culpaba de la situación al poco afán comercial de sus distribuidores. Sin embargo, comprobando fichas técnicas y catálogos de opciones resulta difícil comprar aquel discurso.

No en vano, mientras el Model T no había recibido ni una sola actualización mecánica de interés, sus alternativas en el mismo segmento ya montaban de forma común frenos en el eje delantero así como motores con hasta seis cilindros. Todo ello, además, con una amplia gama de opciones en pinturas y equipamientos por tan sólo un poco más de precio.

En suma, a mediados de los años veinte sólo Henry Ford parecía seguir en sus trece, cegado por el orgullo que da ser uno de los hombres básicos en la historia económica mundial. No obstante, afortunadamente su hijo Edsel parecía tener una visión más clara. Gracias a ello, convenció a la dirección de la empresa sobre la necesidad de crear nuevos diseños con el fin de sustituir al Model T. Además, esto debería ocurrir a la mayor brevedad posible. Más aún teniendo en cuenta cómo la red de distribuidores Ford mermaba a la misma velocidad que las ventas del viejo modelo.

Llegados a este punto, en 1927 Ford hacía oficial el desarrollo de un nuevo modelo coincidiendo con la presentación del Model T 15 millones. Respecto a la mecánica, la responsabilidad recayó en Charles E. Sorensen. Uno de los hombres fuertes durante las primeras décadas de la compañía. Tan destacado por su metódica organización como por la dureza con la que gestionaba la mano de obra a su cargo.

Asimismo, en lo referente al estilo del futuro modelo la labor cayó en los hombros de Edsel Ford. Por cierto, muy eficiente en la creación de una amplia gama de opciones para el comprador. Con todo ello, a mediados de año ya estaban rodando los primeros chasis experimentales mientras los motores de Sorensen terminaban de afinarse. Eso sí, sus primeros resultados fueron no menos que decepcionantes. Y es que, de los 40 CV estimados para el nuevo Ford, el bloque con cuatro cilindros en línea y 3.286 centímetros cúbicos se quedaba en tan sólo la mitad.

Afortunadamente, el rediseño de los colectores así como una mejora en otros ámbitos como las válvulas elevó el caballaje hasta la cifra prevista y necesaria para la comercialización. Gracias a ello, para octubre de 1927 ya estaban listos los primeros motores del futuro Model A. Además, éste incluiría mejoras evidentes respecto a su predecesor como los frenos de tambor en ambos ejes o los amortiguadores hidráulicos. Y eso por no hablar de una dirección mucho más cómoda y elaborada junto a una caja de cambios con hasta tres relaciones.

Habiendo llegado hasta aquí, al fin se hizo la presentación oficial del Ford Model A durante el 2 de diciembre de 1927. Y sí, fue todo un éxito. Es más, incluso sin conocerse los detalles exactos del que sería sustituto del Model T Ford ya había registrado unos 400.000 pedidos. Además, a fin de liquidar cuanto antes las unidades restantes del Model T los concesionarios de la marca lo ofrecieron por un tiempo a precios realmente asombrosos. Con todo ello, el gigante de Dearborn saneó aún más su ya de por sí desahogada situación financiera, proyectándose con fuerza hacia un tiempo nuevo sin la férrea dirección de su fundador.

De hecho, el relevo para el Model A no tuvo que esperar 19 años sino tan sólo cuatro. En fin, la industrialización acaba de descubrir el ritmo inherente al consumo basado en el usar y tirar. Veremos cuánto duramos así.

Imágenes: RM Sotheby’s / Ford 

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Escrito por Miguel Sánchez

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