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Cien años de carrocería autoportante gracias al Lancia Lambda

El Lancia Lambda es uno de los modelos más innovadores no sólo en la historia de Lancia, sino en todo el conjunto del automovilismo. Una verdadera maravilla cuyos efectos seguimos disfrutando hoy en día

Sin duda, Lancia ha sido una de las marcas más innovadoras en toda la historia del automovilismo. Caracterizada por combinar lo elegante con lo deportivo, ésta siempre ha apostado por un atrevido desarrollo tecnológico. De esta manera, no entendemos la definición de los actuales GT sin el análisis del Aurelia B20. Pero tampoco la de los diseños nacidos por y para pistas de tierra sin el Lancia Stratos. Ni más ni menos que el primer modelo nacido ex profeso para competir en el Mundial de Rally. Además, yéndonos más atrás en el tiempo encontramos al Flavia – primer modelo italiano con tracción delantera – o la patente de un montaje elástico para el motor en 1931.

Así las cosas, dejar caer a Lancia en las garras del olvido hubiera sido una decisión muy torpe por parte de Stellantis. El conglomerado donde se encuentran los intereses de FIAT. Propietaria de esta histórica marca fundada en 1906 desde que, en 1969, el estado italiano favoreciera su compra a fin de ponerla a salvo de Ford. Asimismo, finalmente se han confirmado todos los rumores que anunciaban una resurrección de la marca en clave eléctrica. Es más, hace tan sólo unas horas se acaba de hacer público el nuevo logotipo e incluso un diseño experimental donde se avanzan líneas maestras a nivel de estilo.

Su línea escueta y limpia hacía un gran contraste con las grandes berlinas de la época. Y es que, aún siendo un vehículo para largos viajes, en él se escondían habilidades deportivas

Con todo ello, este año está siendo el del definitivo rescate de Lancia de cara a los nuevos tiempos. Un noticia que viene acompañada del que, posiblemente, sea el aniversario tecnológico más icónico en la historia de la marca: el centenario de la presentación del Lancia Lambda en el Salón de París de 1922. Un hito fundamental no sólo para la industria italiana. Sino también para la completa evolución del diseño automovilístico global. No en vano, este modelo presentó al mundo el concepto de carrocería autoportante. Una de las innovaciones que más ha cambiado a la industria automotriz en toda su historia.

DEL MAR A LAS CARRETERAS, LA CARROCERÍA DEL LANCIA LAMBDA

Como es bien sabido, muchos de los automóviles servidos antes de la Segunda Guerra Mundial llegaban a venderse sin vestir. De esta manera, el fabricante servía el chasis desnudo junto a la mecánica, delegando en un carrocero la terminación del modelo. Algo especialmente común en la alta gama, sirviendo así a la creación de multitud de piezas únicas sobre bases Rolls-Royce, Isotta Fraschini o Hispano-Suiza. No obstante, más allá de los problemas logísticos y comerciales, esta opción de trabajo representaba no pocos problemas técnicos.

No en vano, los chasis de largueros dejaban mucho que desear en materia de estabilidad. Además, la rigidez de los mismos no resultaba la más deseable. Menos aún con las enormes y pesadas carrocerías que debían sustentar, elevando peligrosamente el centro de gravedad así como comprometiendo la rigidez torsional. Con todo ello, Vincenzo Lancia estaba cada vez más preocupado por dar un salto hacia adelante a la hora de integrar la carrocería con el chasis. ¿Pero cómo?

Curiosamente, la respuesta le vino del mar. Concretamente de la forma y manera en la que funciona el casco de un barco, dando una base rígida y unitaria a todo el conjunto. A partir de aquí, trasladó sus primeras intuiciones a Battista Falchetto, el ingeniero más representativo en Lancia durante sus primeros años. Llegados a este punto, en 1918 al fin registraron su primera solicitud de patente en relación a un nuevo tipo de diseño automovilístico. Nacía así, de forma concreta, el concepto de carrocería autoportante. Uno de los más extendidos de la historia gracias a integrar, en un solo elemento sólido, el chasis con los elementos básicos del cuerpo del vehículo.

UNO DE LOS DISEÑOS MÁS INNOVADORES DE LA HISTORIA AUTOMOTRIZ

Con una apariencia muy baja y aerodinámica, en 1921 aparecía el primer prototipo del Lancia Lambda. Probado personalmente por el fundador de la marca a través de largas rutas de montaña, éste conseguía un centro de gravedad bastante bajo gracias a poner los asientos junto y no sobre el túnel de transmisión. Además, a fin de mejorar en materia de peso e inercias, se optó por una mecánica compacta con un V4 de ángulo estrecho y 2.1 litros de cilindrada. Todo ello para entregar 49CV a 3.250 revoluciones por minuto con una punta de 110 kilómetros por hora.

El prototipo con carrocería torpedo bien podría haber sido un modelo de competición

Asimismo, el Lancia Lambda mejoró muchísimo en materia de rigidez torsional respecto a sus predecesores. De hecho, parte del mérito lo tiene, de forma indirecta, la incorporación del maletero dentro de la propia carrocería en vez de seguir optando por una caja exenta atornillada a la trasera del vehículo. De esta manera, éste se convirtió en un elemento estructural más. Junto al cortafuegos que separa el vano del motor del habitáculo y el mamparo donde se apoyan los asientos delanteros. Todos ellos colocados de forma transversal para, como en un un barco puedan hacer las nervaduras, añadir rigidez al conjunto.

Así las cosas, el Lancia Lambda no sólo fue el primer automóvil de fabricación en serie con carrocería autoportante. Sino también un excelente paso adelante en comportamiento dinámico. De hecho, aún siendo un vehículo con vocación viajera, su aplomo y ligereza hicieron de él un coche sorprendentemente común en la parrilla de salida de carreras como la primera Mille Miglia. Además, sus innovaciones no sólo quedaron en esto. Lejos de ello, también incorporó un sistema de suspensión delantera independiente. Mucho más avanzado que el eje rígido con ballestas montado en el Lancia Kappa de 1919.

A partir de aquí, su evolución fue constante a través de hasta nueve series produciéndose más de 13.000 unidades hasta 1931. Año en el que la clientela de alta gama ya tenía, desde 1928, plenamente disponible el Dilambda. Una versión mejorada que, con su motor de 8 cilindros y cuatro litros, entregaba casi el doble de potencia que el Lancia Lambda. Eso sí, las innovaciones introducidas por este modelo centenario no sólo cambiaron para siempre la historia de la marca, sino también la de todo el automovilismo. Posiblemente, el mayor hito tecnológico en la historia de Lancia. Una marca que, felizmente, nos seguirá trayendo novedades dentro de muy poco.

Fotografías: FCA Heritage / RM Sotheby’s

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Escrito por Miguel Sánchez

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