Miguel Sánchez
La relación establecida entre Abarth y FIAT es de sobra conocida. De hecho, cuando en 1971 Gianni Agnelli decidió absorber la empresa de Carlo Abarth, éste no hacía más que confirmar el final de una crónica anunciada. No en vano, el gigante turinés había actuado como proveedor del escorpión desde finales de los años cincuenta, creando una relación simbiótica en la que ambas partes salían favorecidas. Sin embargo, algo mucho menos conocido es lo cerca que Abarth estuvo a punto de caer bajo el cobijo de Alfa Romeo. Un hecho que hunde sus raíces en la producción masiva del Alfa Romeo 1900.
Presentado en 1950, el 1900 es uno de los modelos más significativos en la historia del fabricante italiano. De hecho, fue el primer Alfa Romeo en ser ensamblado íntegramente en una única cadena de montaje Todo ello en base a su avanzado chasis monocasco, el primero de la marca cuando hablamos de modelos turismo. Así las cosas, todo lo relacionado con los deportivos exclusivos fabricados en serie corta perdía intensidad. Gracias a ello, Alfa Romeo orientó al 1900 hacia los grandes números bajo el lema “el familiar que gana carreras”.
Además, y a pesar de basarse en un monocasco, este modelo fue ampliamente trabajado por los carroceros independientes diseminados por todo el norte de Italia. En suma, el 1900 supuso una conciliación perfecta entre tradición y futuro, practicidad y deportividad e, incluso, ventas al por mayor y piezas únicas. No obstante, lo cierto es que su fabricación masiva tenía completamente absorbida a la factoría de Portello. Es más, hasta el departamento de competición tuvo que reducir sus actividades. Todo ello bajo la bandera de centrarse plenamente en sacar adelante la exigente producción del Alfa Romeo 1900.
Llegados a este punto, algunos directivos de la empresa aconsejaron delegar todo lo relacionado con los circuitos en un equipo externo. Situación en la que Abarth apareció como el socio perfecto. Presentándose como un nuevo y prístino taller de preparaciones deportivas necesitado de encontrar un proveedor mecánico solvente. Así las cosas, a mediados de los años cincuenta se produjeron los primeros acercamientos entre Abarth y Alfa Romeo. Producto de ello fue el desarrollo en 1955 del 750 Competizione. Un excelente Sport Prototipo en forma de barchetta basado en el motor del Giuletta y carrozada por Boano.
En lo referente a la mecánica, los ajustes realizados por Abarth en la culata y el doble árbol de levas impulsaron la potencia hasta los 145CV a 8.000 vueltas. Sin duda, era un coche excepcional para la clase del litro y medio en el Mundial de Marcas. Un potencial desgraciadamente desperdiciado. Ya que, desde tiempo atrás, Alfa Romeo venía retirándose de las carreras debido a su transición hacia la producción masiva. Algo que, por otra parte, venía a confirmar aún más la idea de delegar en Abarth las funciones del departamento de competición.
Asimismo, en 1958 se produjo una nueva colaboración entre ambas marcas gracias al Alfa Romeo-Abarth 1000. Un modelo creado de igual a igual, usando para su carrocería el trabajo de Bertone bajo un diseño de Franco Scaglione. Sin embargo, aquel deportivo tampoco llegó a buen puerto debido a las dificultades de Alfa Romeo para invertir en nuevos modelos de carreras aún con la ayuda técnica de Abarth. De todos modos, el 1000 fue un paso adelante verdaderamente revolucionario. No en vano, el chasis tubular diseñado por Mario Colucci -con tan sólo 50 kilos de peso- sedujo completamente a Carlo Abarth.
De hecho, éste ofreció a Colucci el puesto de director técnico en su empresa hacia 1960. Un paso esencial para entender la creación en 1966 del ligero y eficaz Abarth 1000SP. Eso sí, de aquellas Abarth ya había virado completamente hacia FIAT como proveedor de motores. Además, desde 1963 el equipo Autodelta -fundado por Carlo Chiti y Lodovico Chizzola dos años antes- ejercía como departamento de competición en Alfa Romeo. Con todo ello, se podría pensar que la escueta saga de los Alfa Romeo-Abarth se componía tan sólo del 750 Competizione y el 1000. Pero no, se crearon más modelos por el camino.
ALFA ROMEO-ABARTH 1300 BERLINETTA, LA AERODINÁMICA DE COLANI
A mediados de los años cincuenta, Carlo Abarth no sólo estaba interesado en confirmar su asociación con Alfa Romeo. También le atraían las posibilidades de la aerodinámica a la hora de mejorar el rendimiento de sus creaciones. Y no es de extrañar. Al fin y al cabo, sus motores no podían competir en prestaciones con los fabricados por Ferrari, Maserati o Aston Martin. Es decir, al igual que Cooper o Lotus en la F1, Abarth debía hacer de la necesidad virtud maximizando las posibilidades que da reducir peso y mejorar el coeficiente aerodinámico.
En este contexto, Abarth decidió confiar en un joven diseñador que ya había destacado como colaborador de FIAT. Hablamos de Luigi Colani. Formado en La Sorbona justo después de la Segunda Guerra Mundial, su nombre se unió rápidamente al diseño biodinámico. Una tendencia basada en adaptar las formas fluidas de la naturaleza a la eficiencia de uso en el ámbito industrial. Algo que Colani llevó a todo tipo de campos. Diseñando desde bolígrafos ergonómicos hasta mobiliario doméstico bajo un aspecto siempre distintivo. Todo ello para ser, a pesar de ciertas polémicas de estilo, un referente indiscutible para el diseño industrial del siglo XX.
Con todo ello, los intereses de Colani y Abarth coincidieron plenamente en el campo de la aerodinámica. Así las cosas, en 1957 empezaron a trabajar en su berlinetta basada en un Alfa Romeo Giulietta Spider. Todo esto, con el objetivo de crear un modelo lo más eficiente posible al marchar en recta. De esta manera, las posibilidades de su motor con 1.300 centímetros cúbicos y 110CV se ampliaron hasta poder alcanzar una velocidad punta de 210 kilómetros por hora. De hecho, el Alfa Romeo-Abarth 1300 Berlinetta fue el primer GT en bajar de los diez minutos al dar la vuelta en Nürburgring.
Con un techo en doble burbuja que recuerda a los diseños de Zagato y un morro similar al que luciría ya en 1962 el 250 GTO Drogo, este Alfa Romeo-Abarth cuidó su penetración aerodinámica incluso en lo referido a los bajos. Algo poco usual en los deportivos de la época. Además, rebajó el peso del coche base desde los 860 kilos hasta los 780 finalmente marcados por esta berlinetta. Sin duda, una de las piezas únicas más interesantes de entre todas las que, de una manera u otra, han unido los sellos de Alfa Romeo y Abarth.
Fotografías: FCA Heritage / Bonhams
