Javier Romagosa
[dropcap]E[/dropcap]El pasado sábado nos fuimos hasta Barajas, en Madrid, para disfrutar de una de las concentraciones de motos clásicas más multitudiaria de la zona centro. Organizada por el Club Sanglas de Madrid, pudimos disfrutar de alrededor de 200 motos del más diverso pelaje, desde vespas hasta enduros, desde BMW’s vintage a colosas rusas con sidecar, pasando por la eficaz maquinaria nipona. Todo tipo de procedencias estuvieron representadas dentro un arco temporal que abarcó mayoritariamente desde los años 20 hasta los 80.
No faltaron a la cita ejemplares difíciles de ver a juicio de este cronista, como fue el caso de una Derbi bicilíndrica de primera hornada con culata plana, de una Vincent de esas que quitan el sentido o de un par de Sumbeams de principios de los años cincuenta con su particular apariencia americana. La selección de BMW de preguerra y de hierros viejos soviéticos tampoco estuvo nada mal; pero vamos, que era un placer poder admirar de todo: inevitables y bonitas motos españolas, Vespas y Lambrettas, máquinas italianas de la década de los setenta y ochenta…
Al asalto del puerto de la Morcuera
Todas ellas abarrotaron la plaza mayor de Barajas a partir de las 9 de la mañana. Tras asombrar a propios y extraños y con puntualidad británica, a las 11 iniciaron una larguísima ruta por la sierra madrileña que les llevaría a subir el puerto de la Morcuera y a la que no faltaron incluso motos de campo. Envueltos en una nube de gases blancos inciaron el descenso hacia Rascafría y, tras un breve descanso, hacia el restaurante en el que reponer definitivamente fuerzas.
Al día siguiente siguió la fiesta pero ya sin nosotros… Da gusto ver que, aunque la actividad motera clásica lleva unos años de capa caída en Madrid y alrededores, una de las pocas cosas que se hacen luce realmente bien.
