Miguel Sánchez
FOTOS WESTERN CLIPPER MOTORHOME: MECUM
Brooks Stevens es uno de esos personajes que están en nuestra vida sin saberlo. Pero tranquilo, no se trata de ningún vecino con ínfulas de espía. Sencillamente es el responsable de acuñar uno de los términos básicos para comprender la actual sociedad de consumo: obsolescencia programada. ¿Recuerdas cuando aquella impresora se estropeó demasiado pronto? ¿Lo poco que duran algunas bombillas? ¿La facilidad con la que un reloj deja de dar la hora exacta? Por esos lares van los tiros.
Y es que, la mayor parte de los objetos con los que vivimos no están hechos para durar, sino para ser rápidamente sustituidos. Sólo así puede seguir girando la rueda del consumo y la producción; un rodar y rodar al que Brooks Stevens puso nombre en 1954. Además, también pasó a la Historia por ser uno de los mejores diseñadores industriales norteamericanos. Y eso por no hablar de que sus lápices fueron responsables del Jeep Wagoneer y el Studebaker Hawk.
No obstante, hoy no mencionamos a Brooks Stevens por esos logros. Sino por uno que representó un hito en la historia de las autocaravanas: las Western Clipper Motorhome. Concretamente una que es pieza única, la cual se ensambló en 1937 para, casi un siglo más tarde, conservar unas líneas que aún son contemporáneas. Un extraño ejemplar recientemente subastado en los Estados Unidos por Mecum.
WESTERN CLIPPER MOTORHOME. 26 AUTOCARAVANAS ÚNICAS
Ya hemos hablado otras veces de cuál es la importancia de las autocaravanas para el motor norteamericano. Un tipo de vehículo perfectamente entroncado con la tradición nacional de “llevar la casa a cuestas”. En fin, un eco del Viejo Oeste aún presente con sus filas de carretas rumbo a lo desconocido. Sin embargo, en el caso de las Western Clipper Motorhome no hablamos tanto de la casa como de la oficina.
Al fin y al cabo, fueron un encargo de la Western Printing para crear una red de comerciales con despachos sobre ruedas. Concretamente 26 autocaravanas, todas ellas diferentes y ensambladas entre 1937 y 1941. Con ellas, esta empresa dedicada al mundo de la impresión fue pionera en algo que ahora vemos en ferias, medios de comunicación e incluso promociones inmobiliarias: la oficina móvil. Un invento salido de los lápices de Brooks Stevens, el cual firmó con las Western Clipper Motorhome uno de sus primeros encargos serios.
Pasadas las décadas son pocas las unidades conservadas, siendo realmente disputadas entre los coleccionistas de autocaravanas. Para muestra, cabe decir que este sencillo vehículo fue encontrado en una colección privada donde compartía garaje con piezas tan reputadas como un Cord 812. Una razón de peso para entender el valor que algunos dan a las pocas Western Clipper Motorhome conservadas, más aún si tenemos delante este precioso ejemplar de 1937.
UNA DE LAS PRIMERAS. 1937 WESTERN CLIPPER MOTORHOME
Como ya habrás intuido, las Western Clipper Motorhome no se asocian a ningún modelo de fabricación en serie. Más bien son creaciones artesanales realizadas sobre un tipo de chasis genérico utilizado para la fabricación de furgonetas y caravanas. Sobre él, se montaba la carrocería, la cual escondía motores V8 de procedencia Chrysler en la parte delantera. Y es que, para tener un piso más bajo, la tracción era delantera a fin de ahorrarse una larga transmisión al eje trasero.
Dichos estos datos genéricos a las 26 Western Clipper Motorhome, lo cierto es que ésta es una unidad muy curiosa. En primer lugar por la escasa distancia entre ejes, algo realmente extraño en vehículos destinados a montar dentro una oficina que, ocasionalmente, podía incluso albergar un cuarto de baño. Además, aquí el motor original se sustituyó por un Small Block V8 de finales de los 60, lo que se acompaña por evidencias de una antigua restauración parcial de la autocaravana.
Todo esto hace que su estado no sea exactamente el mismo que en 1937, pero lo cierto es que esta autocaravana es una extraña pieza de coleccionista a pesar de su precario estado. Todo un ejercicio de diseño donde ecos de los zepelines, los electrodomésticos de formas redondeadas y demás iconos del diseño industrial se conjugan en una de las piezas más curiosas firmadas por Brooks Stevens. Ya sabes, el hombre que puso nombre a eso de que las bombillas duren mucho menos de lo que podrían durar.
