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Tras la senda de Lotus, los inicios de De Tomaso con el Vallelunga

A comienzos de los sesenta el norte de Italia era un hervidero para el automovilismo deportivo. Un escenario abarrotado por fabricantes de todo tipo y condición donde De Tomaso destacó gracias al uso de ideas muy similares a las de Lotus. De esta manera, el Vallelunga -su primer modelo- entró con fuerza en el mercado a pesar de las pocas unidades vendidas para ser hoy en día un coche fascinante cuando se ve con ojos de ingeniero.

Desde el Apollo GT hasta el AC Cobra son muchos los híbridos de propulsión americana con diseño y chasis europeo. En ese sentido, destaca cómo durante los años sesenta un joven piloto y empresario argentino instalado en el norte de Italia pudo llevar adelante su propia marca de automóviles gracias al apoyo de Ford. Hablamos de Alejandro De Tomaso. Uno de los personajes más importantes para entender la evolución financiera del motor en Italia, habiendo llegado a ser el propietario de Moto Guzzi así como de casi un tercio de Maserati durante los setenta. Así las cosas, lo mejor para comprender su meteórica llegada a Europa será situarnos en su Argentina natal a mediados de los cincuenta.

Ligado a la administración de los negocios familiares, para Alejandro De Tomaso las carreras empezaron siendo un divertimento más que un trabajo. De esta manera se le puede seguir el rastro en algunos torneos de índole argentina desde que comenzase a competir con un Bugatti de los años treinta. Coche desde el cual dio el salto a modelos más modernos creados por Alfa Romeo y Maserati. De hecho, su mejor resultado lo firmó con uno de estos últimos deportivos. Quedando cuarto en la general y primero de su clase durante su segunda participación en los 1.000 Kilómetros de Buenos Aires.

No obstante, para 1955 su trayectoria automovilística se vio truncada por los negocios. No en vano, se vivían momentos de alta convulsión política en Argentina. Algo que obviamente tenía su eco en la tormentosa relación establecida entre el gobierno de Perón y medios como el diario Clarín. Del cual el propio Alejandro De Tomaso había sido miembro desde su fundación en 1945. Llegados a este punto, nuestro protagonista emigró a Italia recolocándose como mecánico profesional. Eso sí, al servicio de una marca tan emblemática como la OSCA dirigida por los hermanos Maserati. Sin embargo, inquieto en materia comercial, decidió crear sus propios talleres en 1959. Así nacía De Tomaso Automobili S.p.A.

EL INCIERTO COMIENZO DE UNA NUEVA EMPRESA

Aún llegando con experiencia en competición y un cierto capital en los bolsillos, lo cierto es que no era nada fácil abrirse camino en el prolífico panorama automovilístico del norte de Italia. Por ello, Alejandro De Tomaso tuvo que dar no pocos rodeos hasta hallarse en condiciones de lanzar sus propios modelos. De esta manera, sus primeros pasos como taller independiente se enfocaron a la fabricación de piezas de alto rendimiento. Un capítulo muy interesante en la biografía de De Tomaso. Ya que experimentó con materiales como el titanio o el magnesio. Haciendo de éste último un chasis en 1963 como poco tiempo después montaría el Porsche 917.

Además, a partir de 1962 logró entrar como constructor en la F1 gracias al suministro de motores por parte de Ford. Posiblemente el momento más trascendental en su carrera. Ya que aquella colaboración con el gigante de Dearborn le abrió las puertas a poder crear su propio modelo de calle. El De Tomaso Vallelunga. Y es que, al fin y al cabo, para comienzos de los sesenta este argentino ya contaba con experiencia sobrada en el diseño de chasis y diversos elementos mecánicos. Si a eso se le unía una provisión regular de motores confiables, el camino para entrar al mundo de los GT quedaba relativamente allanado.

Realmente, más allá de los necesarios estudios de mercado así como la obtención de la financiación, a nivel productivo sólo quedaba una carrocería llamativa para rematar el conjunto. Asunto encomendado al joven Giorgetto Giugiaro. Responsable de las líneas fluidas y ligeras con la que se cubre este modelo de motor central carrozado en fibra de vidrio. Un deportivo cuyo principal acierto no sólo fue aprovechar las oportunidades empresariales que fueron apareciendo por el camino, sino también sintetizar a la italiana los ecos que desde el Reino Unido lanzaba el estudio de ingeniería de Lotus.

DE TOMASO VALLELUNGA, LA INFLUENCIA DE COLIN CHAPMAN

Midiendo a nivel de influencia en la tecnología automovilística, seguramente Lotus sea una de las marcas más importantes de todos los tiempos. Obligado a maximizar sus chasis, suspensiones y aerodinámica ante la debilidad de no construir sus propios motores, el ingenio de Colin Chapman llevó hasta sus últimas consecuencias las ventajas de ahorrar peso en vez de aumentar potencia. Así las cosas, sus diseños -así como la expansión de la fibra de vidrio- fueron una clara inspiración para no pocos fabricantes de tirada corta.

Uno de ellos fue De Tomaso, el cual tomó para el Vallelunga la idea de chasis con viga central que Lotus ya había usado en los Elite y Elan. Un hecho esencial para entender el bajo peso dado por este primer modelo de la marca, fijado en unos 720 kilos. Respecto al motor, el contacto con Ford proveyó a De Tomaso de bloques Kent con cuatro cilindros en línea, 1,5 litros y unos 105 CV. Por cierto, la misma mecánica del Cortina. Un coche que nació familiar para finalmente acabar siendo una de las estrellas recurrentes en los campeonatos de turismos británicos de los sesenta. Además, y en otro claro guiño a las ideas plasmadas por Lotus en la F1, el motor actuó como elemento estructural junto al propio chasis.

Con todo esto ya nos podemos hacer una idea del refinamiento deportivo del De Tomaso Vallelunga. Complementado con la suspensión independiente con horquillas así como los frenos de disco en todas las ruedas. Sin duda un coche muy específico, lo cual hizo que del De Tomaso Vallelunga sólo se fabricasen unas 50 unidades. Casi todas ellas ensambladas por Ghia, aunque el prototipo fue carrozado por Fissore. Tras todo esto, De Tomaso se afianzó como un fabricante de prestigio entre los círculos más selectos del automovilismo deportivo. Y es que el Valleluga era y es un coche excepcional si se quiere ver a través de los ojos de la ingeniería. A partir de aquí, todo estaba listo para saltar al espectacular GT que diera fama popular a De Tomaso: el Mangusta.

Fotografías: Bonhams

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Escrito por Miguel Sánchez

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