José Ignacio López de Arriortúa Superlopez
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José Ignacio López de Arriortúa, auge y caída de “Superlópez”

Nuestro protagonista fue uno de los hombres más influyentes de la industria mundial del automóvil en los años 80 y 90. Tras pasar de General Motors a Volkswagen, fue acusado de espionaje y cayó en desgracia.

José Ignacio López de Arriortúa, “Superlópez”, alcanzó la fama cuando aterrizó en Detroit como vicepresidente de compras de la todopoderosa General Motors el 1 de mayo de 1992. Menos de un año después, abandonaba la compañía americana para dar el salto a Volkswagen entre denuncias de espionaje. Por el camino, implemento medidas de ahorro en Opel y GM, sacando a ambas compañías de los números rojos casi de inmediato.

Empecemos por el principio, López de Arriortúa nació el 18 de enero de 1941 en la localidad vizcaína de Amorebieta. Influenciado por el trabajo de su padre en una fábrica en Izar, se matriculó en la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao y obtuvo el doctorado en ingeniería Industrial en 1966. Tras entrar en la empresa de ingeniería Idom, paso a trabajar en Laminaciones Echevarri para, un año después, entrar Cenemesa.

Aquí encontramos una de las claves de su carácter, pues optó por cambiar de trabajo para poder seguir al lado su casa. Siempre ha sido muy familiar y ha sentido un enorme apego a su tierra y a Amorebieta, lo que marcará varias de las decisiones que tomará a lo largo de su vida. En Cenemesa, comenzó a destacar como organizador, hasta el punto de molestar a la dirección de la empresa. Los trabajadores, en cambio, lo adoraban.

PASO POR FIRESTONE Y LLEGADA A OPEL

Poco después de casarse con Margarita Urquiza, en noviembre de 1969, José Ignacio López de Arriortúa entró a trabajar en la factoría de Firestone en Basauri, concretamente en el departamento de desarrollo. En 1972, llega a la dirección de la empresa Agustín Tellería, quien le encarga poner en marcha el método Bedaux. Este sistema de trabajo consiste en optimizar y cronometrar todos los procesos llevados a cabo por los operarios. Como era de esperar, esto no sentó bien entre los empleados, aunque López de Arriortúa logró reconducir la situación.

Opel Zaragoza Corsa A 1982
Opel inició su producción en Figueruelas con el Corsa A.

Su creciente prestigio hizo que General Motors se fijase en él cuando estudiaba instalarse en España montando una factoría en Figueruelas (Zaragoza). Inicialmente, se resistió y rechazó la oferta, pero acabó aceptando animado por su propio padre José López Aurrecoetxea. Nuestro protagonista ficha por Opel en 1980, es decir, dos años antes de la inauguración de la fábrica.

Su excelente trabajo en la planta zaragozana acabó llamando la atención en Alemania, sede de Opel, por lo que, en 1987, acabó siendo nombrado Jefe de Compras de la marca. Es en esta etapa cuando José Ignacio López de Arriortúa se convierte en “Superlópez”. Su labor y métodos durante este periodo cambiaría para siempre la industria del automóvil, convirtiendo a la marca de Rüsselsheim en una de las más eficientes del mundo.

EL ASCENSO DE JOSÉ IGNACIO LÓPEZ DE ARRIORTÚA

La clave de la labor de López de Arriortúa es que cambia la relación de las marcas con sus proveedores. Habitualmente, los fabricantes eran muy dependientes de estos, sufriendo retrasos y viviendo a expensas de su voluntad o capacidad productiva. El ingeniero vasco dio la vuelta a dichas relaciones, estableciendo que eran las marcas las que tenían la sartén por el mango. Comenzó a apretar a los proveedores, marcando los tiempos y precios que deberían cumplir si querían mantener su contrato con Opel.

Implementó el sistema PICOS, por Purchased Input Concept Optimisation with Suppliers, básicamente un sistema de optimización de las compras en el Opel era quien ponía las condiciones y no sus proveedores. El resultado inmediato fue el ahorro de miles de millones de dólares para la marca alemana, algo que no pasó desapercibido en Detroit, sede de la General Motors, matriz de Opel. Cabe recordar, que los pagos a los proveedores suponían un 75 % de los gastos de un fabricante de automóviles, por cual, cualquier ahorro en esa parte de la cadena, era decisivo.

En 1992, el presidente de GM Europa, Jack Smith, fue promocionado a presidente de General Motors. Una de sus primeras decisiones fue nombrar a López de Arriortúa Vicepresidente de Adquisiciones, puesto que le exigió trasladarse a Detroit. Casi inmediatamente, intenta aplicar allí su sistema PICOS, para lo cual toma decisiones muy impopulares.

Opel Corsa A
El sistema PICOS permitió a Opel un enorme ahorro en los procesos de producción.

Una de las primeras medidas de “Superlópez” fue poner en suspenso todos los contratos de suministro de General Motors, lo que provocó un enorme malestar. De las críticas se pasó incluso a las amenazas, que incluyeron llamadas telefónicas y fueron un poco más allá cuando sus dos perros aparecieron degollados. Eso sí, el ingeniero vasco contó siempre con el respaldo absoluto y sin fisuras de Jack Smith, quien prácticamente lo tomó bajo su protección.

LA SITUACIÓN SE RECONDUCE, O NO…

Los proveedores comenzaron a ver los beneficios de los métodos de López de Arriortúa y empezaron a implementarlos. Además, a cambio de hacerlo, General Motors les ofrecía contratos en exclusiva para servir las piezas durante toda la vida comercial del modelo. En diciembre de aquel año de 1992, el gigante americano anunció que las prácticas de “Superlópez” habían generado un ahorro de ¡un billón de dólares! La empresa volvía a los números negros y todo parecía marchar viento en popa…

Por el camino, José Ignacio López de Arriortúa trataba de cumplir uno de sus sueños, que no era otro que montar la más moderna factoría de automóviles en su querida Amorebieta. De hecho, contaría con un proceso de ensamblaje revolucionario, pues serían los propios proveedores quienes montarían las piezas, reduciendo al mínimo la plantilla dependiente de la propia marca. Incluso los controles de calidad previos tendrían que correr a cargo de los suministradores. A lo largo de 1991, movió sus contactos en el País Vasco para dar forma al proyecto y presentárselo a la GM como algo viable.

GM Logo
En General Motors, José Ignacio López de Arriortúa reportaba directamente al presidente Jack Smith.

En aquellos momentos, General Motors estaba buscando establecer una nueva factoría en Europa, porque lo que “Superlópez” confiaba en que podría conseguir que ésta se estableciese en Amorebieta. Con todo, y quizá para cubrirse las espaldas, a finales de 1992 se reúne con Ferdinand Piëch, quien iba a convertirse el presidente del consejo de administración del Grupo Volkswagen el 1 de enero de 1993. Aquella primera cita se produjo en el Hotel Sheraton, en el aeropuerto de Fráncfort, alejada de miradas indiscretas.

Entre los motivos del encuentro se suele hablar de que la mujer de López de Arriortúa nunca se adaptó a la vida en Detroit. Además, la familia sufrió cierto aislamiento debido a las polémicas medidas adoptadas por Iñaki, como todos llamaban al ingeniero vasco en Estados Unidos. Sea como fuere, algo empezaba a romperse en la historia de amor entre General Motors y nuestro protagonista, aunque inicialmente rechazara los cantos de sirena que llegaban de Volkswagen.

LA RUPTURA CON GM

Dentro de la propia General Motors, empezaba también a producirse cierto malestar entre los altos ejecutivos, celosos del poder un extranjero que, formalmente, sólo respondía ante el presidente. Jack Smith se aseguró que así fuera y siempre actúo como firme defensor de “Superlópez”, para disgusto de muchos de sus directivos. López de Arriortúa no era ajeno a esta situación, lo que, sin duda, fue un factor más en los acontecimientos que llevaron a su salida de General Motors.

Prensa José Ignacio López de Arriortúa
López de Arriortúa se convirtió en una figura enormemente popular.

Aunque el motivo principal y detonante fue sin duda el tema de la fábrica. Nuestro protagonista confiaba en que finalmente Amorebieta fuese el lugar donde se estableciera la nueva factoría, que seguiría algunas de sus ideas y medidas para el ahorro de costos y tiempos. Ya en el Salón de Detroit, celebrado en enero de 1993, se dejó caer que el proyecto se había cancelado, aunque “Superlópez” arrancó a Jack Smith la promesa de que sólo se había puesto en pausa. En realidad, General Motors ya había decidido que la fábrica se construiría en algún país de Europa del Este. Finalmente, sería en Hungría.

Todo se desencadenó el 8 de marzo, cuando en una reunión de alto nivel se dio a conocer dicha decisión, lo que desató la ira inmediata de López de Arriortúa. Éste llamó inmediatamente a Ferdinand Piëch para decirle que estaba dispuesto a marchase a Volkswagen de inmediato, algo que trasladó sólo dos días después a Jack Smith. Evidentemente, el presidente de la GM intentó por todos los medios cambiar la decisión de ”Superlópez”, llegando incluso a acudir a su domicilio, en un primer intento acompañado por otros ejecutivos de la marca y después con su mujer.

Le ofrecieron convertirse en el número dos de la General Motors, nombrándole vicepresidente de Operaciones. La situación pareció reconducirse y López de Arriortúa hasta preparó un discurso para anunciar su continuidad, incluso llamó a Ferdinand Piëch. El nieto de Ferdinand Porsche, con quien ya había firmado un contrato, le propuso retrasar su incorporación a Volkswagen, que no cancelarla. Y ahí fue donde todo se terminó de romper.

José Ignacio López de Arriortúa libro
Uno de los varios libros que se han escrito sobre «Superlópez».

Porque la General Motors le puso sobre la mesa a Iñaki un contrato por cinco años como vicepresidente de Operaciones en América del Norte. Nuestro protagonista, comprometido con Piëch, no podía firmar por tanto tiempo, así que recogió los bártulos y se marchó a Alemania, lugar donde, por cierto, su mujer Margarita sí había sido feliz. Precisamente, el bienestar de su familia fue la excusa oficial detrás de la decisión. Atrás quedaban sus promesas de seguir trabajando “para la compañía que amo y la gente que amo”.

ESCÁNDALO DE ESPIONAJE

Junto con “Superlópez”, se marcharon a Volkswagen algunos de sus más fieles colaboradores, lo que no hizo sino ahondar en la herida sufrida por General Motors. Dado su cargo, López de Arriortúa manejaba mucha información confidencial, por lo que se decidió registrar su despacho para asegurarse que no se había llevado documentación reservada. Inmediatamente, vieron que allí faltaban archivos, supuestamente relacionados con acuerdos con proveedores, precios y diseños de futuros coches de Opel.

Sea verdad o no, lo cierto es que se desató un escándalo sonado, con dos de las mayores corporaciones automovilísticas enfrentadas con un ingeniero español en el medio de la polémica. José Ignacio López de Arriortúa, “Superlópez”, fue noticia en todo el mundo, inicialmente por las acusaciones de querer llevarse hasta una cuarentena de directivos de GM a Volkswagen. Además, el gigante americano afirmó poseer los derechos del programa PICOS que, por lo tanto, no podría ser puesto en marcha en por la marca de Wolfsburgo.

Después llegó la denuncia por espionaje, por haberse llevado documentación confidencial, lo que terminó de echar pimienta al caso. General Motors denunció en la justicia alemana a “Superlópez” por espionaje industrial, fraude y sustracción de archivos confidenciales. GM llegó incluso llegó a conseguir en primera instancia que se parara el fichaje de los directivos que acompañaron al ingeniero vasco a Volkswagen, pidiendo que se les tuviera al menos año parados antes de incorporarse al grupo alemán.

Desde Detroit, pidieron por escrito al ingeniero vasco que tanto él como sus colaboradores devolvieran la documentación sustraída. Incluso algunas fuentes hablan de que dicha documentación se halló con posterioridad en la casa de algunos colaboradores. Además, en vista de los reveses judiciales que iba sufriendo en Alemania, y la lentitud de todo el proceso, decidieron llevar el caso al Tribunal de Distrito de Detroit. Por el camino, sólo una cosa iba quedando clara, pese a las promesas iniciales tampoco Volkswagen accedería a los deseos de López de Arriortúa de construir una factoría en Amorebieta.

RESOLUCIÓN DEL CASO

Finalmente, en 1997, tras tres años y medio de litigio y quizá asustada por los tribunales americanos, Volkswagen se avino a firmar un acuerdo con General Motors por el que pagaba 100 millones de dólares al consorcio norteamericano. Además, compraría piezas a GM por valor de 1.000 millones de dólares en los siete años siguientes. Por el camino, López de Arriortúa dimitió “voluntariamente” el 30 de noviembre de 1996, recibiendo una indemnización que llegó a cifrarse en 1.000 millones de pesetas, unos seis millones de euros.

Los cargos que pesaban sobre “Superlópez” se retiraron en 1998. Nunca llegó a ser extraditado a los Estados Unidos, pese los intentos de los tribunales americanos. Durante su tiempo en Volkswagen, consiguió mejorar la eficiencia de la marca, sacándola de los números rojos en apenas dos años, tal y como había hecho con la GM. El ingeniero vasco se establecería por su cuenta con una consultora independiente.

José Ignacio López de Arriortúa
José Ignacio López de Arriortúa recibiendo un premio de 2018. Fotografía de Jon Bernardez, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons.

El 8 de enero de 1998, José Ignacio López de Arriortúa sufría un accidente de tráfico a la altura de Cogollos (Burgos) viajando como copiloto. Estuvo mes y medio en coma y varios meses hospitalizado. Pasó después a alejarse casi por completo de la vida pública para refugiarse con su familia en Busturia (Vizcaya), la localidad de su mujer. Acabó en su tierra, a la que tanto apego tuvo siempre.

EL EFECTO LÓPEZ

Respecto al legado de José Ignacio López de Arriortúa, “Superlópez”, es innegable que mejoró enormemente la eficiencia de los procesos productivos. Su sistema para medir el tiempo de cada proceso resultó clave. Siempre, según sus propias declaraciones, respetando al máximo a los trabajadores, con quienes siempre tuvo una relación muy especial y entre los que gozó de gran popularidad.

Por otro lado, hay quien considera que su forma de apretar con los precios a los suministradores acabó afectando a la calidad de los componentes. No es infrecuente que se hable de los problemas de calidad y de oxidación de la primera generación del Opel Astra y la tercera del Volkswagen Golf, ambas coincidentes con el periodo en que López de Arriortúa estaba en dichas marcas.

Con todo, ese fenómeno también se extendió en otros fabricantes, tanto alemanes como de fuera, así que no se puede culpar a “Superlópez” de todos los males de la industria. A finales de los 80 y principios de los 90, muchas marcas estaban en números rojos, así que es suponer que ahí se encuentra el principal culpable de aquellos problemas.

Otra imagen de Superlópez en 2018. Fotografía de Jon Bernardez, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons.

No puedo acabar este artículo sin recomendaros que leáis, si tenéis la oportunidad, alguna de las biografías que se han escrito sobre López de Arriortúa. Aunque finalmente cayera en desgracia, es uno de los personajes españoles que más lejos ha llegado en el mundo de la automoción. Por cierto, jamás llegó a ser condenado por el caso de espionaje, como jamás le gustó el apelativo de “Superlópez”.

Fotografía de portada de de Jon Bernardez, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons.

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Escrito por Iván Vicario Martín

Tengo la suerte de haber convertido mi pasión en mi forma de ganarme la vida. Desde que salí de la Facultad de Ciencias de la Información en 2004 me dedico profesionalmente al periodismo del motor. Arranqué en la revista Coches Clásicos en sus inicios, pasando a dirigirla en 2012, año en el que también me puse al frente de Clásicos Populares. A lo largo de estas casi dos décadas de carrera profesional he trabajado en todo tipo de medios, incluyendo revistas, radio, web y televisión, siempre en formatos y programas relacionados con el motor. Me vuelven loco los clásicos, la Fórmula 1 y las 24 Horas de Le Mans.

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