packard 8 cilindros en linea
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Así suena el último 8 en línea americano: Packard 327 montado en un hot rod endiablado

FOTOS HOT ROD PACKARD 327: THOMAS STAAB

Al tritono se le ha conocido como la “disonancia del Diablo”. No es que por tocar este intervalo con tres tonos enteros se te vaya a aparecer un macho cabrío en la cocina, pero lo cierto es que sí resulta tenebroso. En torno a él hay mucha literatura. Que si la Iglesia lo prohibió durante siglos por asociarlo a cultos de brujería… Que si su resonancia grave te lleva a lo más oscuro de la conciencia… Multitud de leyendas que, no obstante, sí parten de una certeza.

¿Cuál? Pues la de que el tritono te viene muy bien para acongojar al personal. Tony Iommi lo sabía al idear el sonido de su guitarra en los inicios de Black Sabbath. Muchos bluesman seguidores del muerto dos veces Robert Johnson también lo sabían. Incluso a Wagner le gustaba meter tritonos y densos bajos para dejar clavado al público haciendo que temblasen las cristaleras del auditorio. Lo curioso es que estos trucos musicales también los maneje un mecánico americano.

Más aún si el instrumento es un motor Packard de 8 cilindros en línea. Un motor que suena realmente denso, como a borbotones de combustible intentando salir de una cafetera hirviendo. Con sonidos así entendemos la persecución que durante siglos sufrió el tritono. Suena lúbrico, grave, potente… Sexual y con un punto demoníaco. En fin, mejor escúchalo por ti mismo.

UN HOT ROD DE LO MÁS CONTUNDENTE

De todas las subculturas del motor “made in America” quizá la más genuina sea la de los Hot Rod. Aquello lo ideó la chavalada rockabilly de los 50 como una simple macarrada que, llena de ingenio eso sí, con el tiempo nos ha dado increíbles creaciones artesanas firmadas por aficionados llenos de pericia. Una de ellas es la de este hot rod con un planteamiento realmente radical.

packard sound 8 straight

En primer lugar impresiona su escasa altura. El coche va casi pegado al suelo. Como una lapa. Y más le vale, porque teniendo en cuenta que lo propulsa un motor Packard de 8 cilindros capaz de ponerlo a 240 km/h… Viene bien algo de sensación de seguridad aunque se quede en eso, en simple sensación. Al fin y al cabo el coche no se encuentra homologado para circular en tráfico cotidiano.

Montado sobre la base de un Ford Model A de 1930, este hot rod tiene multitud de elementos hechos a mano. Como por ejemplo su interior, el cual se ensambla junto a piezas procedentes de la carrocería de un camión Ford 56. Las ruedas traseras de 44 radios están hechas a en exclusiva para este coche, mientras que la transmisión está sacada de un Packard de finales de los 40. No obstante, lo más interesante es todo el trabajo que se ha hecho en el motor.

PACKARD 327 1948. EL ÚLTIMO 8 EN LÍNEA AMERICANO

Durante los 40 y los 50 el rey de los motores americanos es el V8. Con el Small Block de Chevrolet como cúspide éstos dan la despedida a los grandes motores de cilindros en línea. Sin embargo, al menos hasta 1954 se siguió montando en muchos automóviles el que fuera último motor de ocho cilindros en línea hecho por la industria americana. Estamos hablando del Packard 327.

Lanzado a la producción a comienzos de los 30, este ocho en línea sobrevivió más de 20 años gracias a una gran cantidad de versiones cada vez más potentes. La que monta este hot rod es de 1948. Las tres versiones del Packard 327 fabricadas aquel año llegaban a las 3.600 rpm, pero sólo la de 3560 cc pasaba de los 150CV, llegando hasta los 160 en el espectacular Custom Eight Victoria.

En este caso el motor 327 ha sido ampliamente modificado, incluyendo además cuatro carburadores Stromberg 97 también personalizados. Todo esto hace que suba hasta las 5.000 rpm según los datos proporcionados por su creador, quien desgraciadamente no dice nada sobre los caballos. De todos modos una cosa sí podemos decirte: este hot rod con motor Packard 327 de 1948 sabe tocar “la nota del Diablo”.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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