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Ferrari 290 MM 0626, un asiento campeón para los mitos del pilotaje

Un icono sin paliativos. Así se podría definir al Ferrari 290 MM con chasis 0626. Parte del equipo ganador del Campeonato Mundial de Sport Prototipos en 1956, sobre el cual se sentaron desde Fangio hasta Phil Hill pasando por Alfonso de Portago o Gregory Masten. Además, su mecánica diseñada por Vittorio Jano puso de nuevo a los V12 en el centro de la Scuderia. Su historia es, sencillamente, apabullante

Normalmente, al hablar de automóviles lo más recurrente es sacar a relucir características relativas al diseño o la aerodinámica. Es más, analizando modelos populares resulta imposible disociar a estos de las condiciones socioeconómicas del momento. De las necesidades de movilidad que vinieron a cubrir y el mercado al que debían proyectarse. Sin embargo, cuando ponemos bajo nuestro foco vehículos de competición quizá lo más adecuado sea mencionar a los pilotos que consiguieron llevarlos hasta las primeras posiciones. Algo que, en el caso del Ferrari 290 MM Scaglietti con chasis 0626 resulta absolutamente imprescindible.

Y es que, al fin y al cabo, la panoplia de pilotos míticos relacionados con esta unidad resulta apabullante. Más aún cuando todos y cada uno de ellos se sentaron en ella durante una misma temporada. La de 1956 en el Campeonato Mundial de Sport Prototipos. Sin duda una de las más especiales no ya en la historia de las carreras de resistencia, sino en toda la trayectoria del automovilismo deportivo. Una afirmación justificada por la dureza de sus carreras y la exquisita altura técnica de los vehículos congregados. Listos para competir en trazados tan icónicos como Le Mans, Mille Miglia, Targa-Florio, Sebring o Nürburgring.

Así las cosas, este Ferrari 290 MM ya podría entrar a lo más alto del pedestal automovilístico. Pero es que, además, en su asiento se sentaron Juan Manuel Fangio, Phil Hill, Alfonso de Portago, Peter Collins o el carismático Masten Gregory como nombres más reconocibles. Una lista apabullante que convierte a esta unidad no sólo en parte del equipo oficial de Maranello ganador del Campeonato en 1956, sino también en una de las piezas más significativas en la historia de la competición. Además, como no podía ser de otra manera en un Sport Prototipo firmado por Enzo Ferrari, su mecánica diseñada por Vittorio Jano sobre las bases dictadas por Aurelio Lampredi es una verdadera delicia.

1956, UNA TEMPORADA MARCADA POR EL RECUERDO DE LA TRAGEDIA

Mientras en 1950 echaba a andar la F1, en 1953 se estrenaba el Campeonato Mundial de Sport Prototipos. De esta manera se configuraba lo que iba a ser la primera línea del automovilismo deportivo internacional durante décadas. Combinando la precisión de los monoplazas con la resistencia y velocidad de los Sport Prototipos. Con este panorama, Ferrari decidió ir a por todas en ambas especialidades. Y la verdad, lo consiguió. Tras las dos primeras temporadas de F1 lideradas por Alfa Romeo con Farina y Fangio, los de Maranello firmaron con Ascari la victoria en 1952 y 1953. Además, en Sport Prototipos se hicieron con el dominio en el año de estreno.

Sin embargo, para 1954 las cosas empezaron a cambiar. Y es que Mercedes consiguió entrar con fuerza gracias a sus W196 pilotados por Fangio y Stirling Moss. De esta manera, la casa germana se hizo con la victoria absoluta en la F1 en 1954 y 1955, consiguiendo también el Campeonato Mundial de Sport Prototipos en 1955 con su 300 SLR. No obstante, justo ahí, cuando Mercedes había barrido a Ferrari para hacerse con los primeros puestos del automovilismo deportivo, sucedió una de las mayores tragedias en la historia de los deportes a motor. El desgarrador Desastre de Le Mans 1955.

83 espectadores muertos bajo la bola de fuego en la que se convirtió el 300 SLR de Pierre Levegh. Lanzado contra el graderío tras chocar en la recta de llegada con el Austin-Healy de Lance Macklin, aquel vehículo se convirtió en una trampa mortal de la que apenas pudieron recuperarse restos. Una tragedia de enorme impacto por la cual Mercedes decidió retirarse de la competición. Además, dos años más tarde el Ferrari mortal para Alfonso de Portago se llevó por delante a diez espectadores en la Mille Miglia. Hecho que ponía fin a la histórica carrera italiana. Situando una vez más el acento en la necesaria seguridad para pilotos y, sobretodo, espectadores.

Con todo ello, la temporada de 1956 se vislumbraba abierta para Ferrari sin la presencia de Mercedes en el Campeonato Mundial de Sport Prototipos. No obstante, Maserati no se lo iba a poner tan fácil al presentar su 300S. Una verdadera virguería diseñada por Medardo Fantuzzi, usando un chasis con la estructura enrejada que luego haría famoso al Birdcage de 1959. Todo ello con un eje trasero De Dion y un motor de tres litros con 245CV. Sin duda una máquina a la que tener muy en cuenta, haciendo que Maranello sacase como respuesta al Ferrari 290 MM. Un modelo que, al fin, recuperaba los míticos V12 tras los años de experimentación con los bloques de cuatro y seis cilindros diseñados por Aurelio Lampredi.

FERRARI 290 MM SCAGLIETTI, UNO DE LOS GRANDES FERRARI DE COMPETICIÓN

Tras pasar unos años prolíficos en Lancia, Vittorio Jano recaló en Ferrari para 1955. Curtido como uno de los mejores ingenieros italianos de la historia, su influencia en la casa del Cavallino fue enorme, diseñando unos nuevos V6 y V8 decisivos para el futuro de la marca -y de Dino- durante los años sesenta y setenta. Sin embargo, su primera gran intervención en el departamento de motores tiene que ver con el V12 de este Ferrari 290 MM. De hecho, junto con Andrea Fraschetti fue el responsable de abandonar los escuetos bloque motor de Lampredi para regresar a los imponentes V12 que tanto caracterizan a la marca italiana.

Eso sí, no lo hicieron usando como base al bloque V12 Colombo de 1947. Sino que se inspiraron en el V12 diseñado por Lampredi en 1950. Del cual derivaron sus motores de cuatro y seis cilindros para finalmente ser sobrepasado totalmente por el Colombo en 1959, evolucionado hasta 1988. Sobre aquel diseño Jano y Fraschetti idearon un motor más corto y más ancho que los V12 Lampredi, incidiendo en el diseño de las cámaras de combustión para mejorar el funcionamiento de las válvulas.

De esta manera, consiguieron unos 40CV más que los dados por el 860 Monza y su motor de cuatro cilindros en línea llegando hasta los 320CV con una cilindrada de 3,5 litros. Un diseño que volvía a poner a los V12 en el centro del departamento de competición de Ferrari, rematando con un eje trasero De Dion. Tras esto, sólo quedaban los pilotos. Y bueno, lo cierto es que Enzo Ferrari se sirvió de sus mejores mañas negociadoras para ello. Llegados a este punto, elaboró una lista en la que se combinaron iconos asentados como Fangio con firmes promesas como Phil Hill -fichado por la Scuderia justo en aquel 1956-.

En la Mille Miglia fue precisamente Fangio quien llevó a este Ferrari 290 MM con chasis 0626. Además, lo hizo sin ayuda de copiloto alguno que le leyera las indicaciones sobre curvas u obstáculos. Todo ello bajo un agua inclemente yendo en una barchetta, sin techar. Aún así el argentino quedó cuarto. Una hazaña sólo al alcance de los mejores. Tras esto, en los 1.000 Kilómetros de Nürburgring fue llevado por una terna de cuatro pilotos entre los que se encontraban Phil Hill y Alfonso de Portago. Quien, por cierto, llevó también esta misma unidad en el GP Rouen-Les Essarts.

Así las cosas, la temporada de 1956 en el Campeonato Mundial de Sport Prototipos fue a manos de la Scuderia gracias, en gran medida, a este Ferrari 290 MM. El cual también corrió de forma oficial en 1957, participando en los 1.000 Kilómetros de Buenos Aires con, entre otros, Gregory Masten. Uno de los pilotos más carismáticos en el mundo del motor -junto a Renzo Pasolini en motos- entre todos aquellos con gafas de ver como parte de su vida.

Después de aquella carrera en Argentina, este Ferrari 290 MM fue vendido a través de Luigi Chinetti en los Estados Unidos. País donde tuvo una nueva vida al servicio de múltiples equipos privados hasta que en 1968 dejó al fin las pistas. Atención, con el más que interesante dato de no haber chocado nunca. Algo que, más allá de ciertos cambios en la pintura, asegura un excelente estado de origen para esta unidad. Sin duda un detalle más en la larga lista de datos responsables de hacer a esta unidad uno de los Ferrari de competición más especiales. Sencillamente maravilloso.

Fotografías: RM Sotheby’s

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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