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De la guerra a la fábrica, Antoni Campañà y su llegada a SEAT

Con una sólida carrera a sus espaldas, Antoni Campañà se convirtió en el fotógrafo oficial de SEAT en 1953 a instancias de Ortiz Echagüe y un viejo encuentro en 1939

En términos generales, resulta sencillo comprobar cómo la historia se rige por fuerzas sociales de gran calado. De esta manera, los intereses colectivos se agrupan en clases sociales, naciones, o creencias. Es más, todo ello se vehicula a través de una amplia lista de organizaciones políticas donde la acción del individuo queda severamente mermada por poderoso que éste pudiera llegar a ser. No obstante, incluso en los procesos más virulentos la casualidad puede hacer de las suyas. Algo muy bien ejemplificado en la biografía de Antoni Campañà. Uno de los fotógrafos más importantes para entender no sólo la Guerra Civil Española sino también los inicios de SEAT.

No obstante, en esta historia el punto crucial se sitúa en el cuartel del Bruc durante enero de 1939. Justo los días en los que las tropas franquistas entraron a Barcelona. Comenzando una amplia represalia contra los combatientes republicanos que, durante casi tres años, se habían organizado tanto en milicias como en fuerzas gubernamentales. Así las cosas, muchos de ellos huyeron hacia la frontera francesa. En no pocas ocasiones, prestos a continuar su lucha participando en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, Antoni Campañà decidió entregarse a las nuevas autoridades esperando una suerte incierta.

Llegados a este punto, todo resultaba bastante incierto. Por un lado, había servido en el ejército republicano desde 1938. Eso era cierto. Pero también el que simplemente lo había hecho en calidad de chófer para un oficial de aviación. Además, aunque desde el estallido del conflicto trabajó para el Comisariado de Propaganda y la Consejería de Defensa, en verdad casi cualquier reportero estaba obligado a ello por la situación. Más aún tras la colectivización de ciertos servicios a cargo de las milicias anarquistas de la CNT-AIT.

De todos modos, gracias a la casualidad su caso fue visto de una forma mucho más expeditiva de lo que se pudiera prever. Y es que, nada más entrar al cuartel, fue reconocido por José Ortiz Echagüe. Un personaje poliédrico al que se puede conocer por varios y muy diferentes motivos. Para empezar, fue creador en 1923 de Construcciones Aeronáuticas S.A. Una de las pioneras de la aviación, autora de los primeros fuselajes metálicos en España sustituyendo así a los endebles cuerpos realizados en madera y tela.

Este fotomontaje es ilustrativo sobre el interés de Campañà por los medios de transporte.

Además, Ortiz Echagüe también ejerció como piloto durante sus años en el ejército. De hecho, en abril de 1914 realizó junto a Emilio Herrera el primer vuelo entre África y Europa sobre el Estrecho de Gibraltar. Dicho esto, la segunda vía por la cual es muy conocido este ingeniero tiene que ver con SEAT. No en vano, fue su primer presidente desde 1950 hasta 1967. Dicho esto, la tercera labor en la que destacó este hombre nacido en 1886 fue la fotógrafo. Es más, entre los años treinta y cuarenta firmó algunas de las instantáneas más sorprendentes del momento. Llenas de plasticidad, en ellas destacaba no sólo un elaborado encuadre sino también una excelente labor de revelado.

Justo uno de los aspectos en los que más destacaba Antoni Campañà, quien venía trabajando de forma profesional en la fotografía de reportaje desde los años veinte. De hecho, en la década de los treinta algunas de sus instantáneas lograron reconocimientos internacionales. Una actividad periodística combinada con la gestión de su propia tienda especializada en la barcelonesa calle Tallers desde 1933. En suma, seguramente Antoni Campañà fue reconocido por Ortiz Echagüe desde el primer momento en el que entró a entregarse a las tropas franquistas en el cuartel del Bruc.

Posiblemente, ésta sea la mejor fotografía de Campañà en su paso por SEAT.

Algo normal pues, no en vano, a pesar de la distancia marcada por los bandos rivales ambos hombres eran fotógrafos tan reconocidos como talentosos. Así las cosas, Ortiz Echagüe -a la sazón militar de alto rango entre las tropas sublevadas contra la República- protegió personalmente a su compañero de filas en el mundo de la fotografía. De esta manera, en 1940 Antoni Campañà se reintegra a su profesión tras lograr una licencia como reportero gráfico. Además, dos años después abre de nuevo su propio estudio fotográfico.

No obstante, el silencio impuesto durante la postguerra ocultó su amplia obra relativa a la Barcelona republicana. Es más, hasta hace muy poco tiempo no se han desvelado muchas de las miles de tomas realizadas en aquel periodo. Algo afortunadamente puesto en valor gracias al documental La Caja Roja así como a la exposición La Guerra Infinita celebrada el pasado 2021 en el Museo Nacional d’Art de Catalunya. Con todo ello, lo cierto es que este fotógrafo no volvió a tocar temas políticos en el resto de su carrera.

Lejos de ello, incluso en 1952 fundó un sello para la aséptica misión de comercializar postales turísticas. No obstante, Ortiz Echagüe volvió a aparecer en la vida de Antoni Campañà justo para 1953. Año en el que SEAT necesitaba un fotógrafo especializado en las labores de promoción pues, al fin y al cabo, en aquel año comenzaba la comercialización del 1400 bajo licencia de la FIAT presidida por Vittorio Valleta. Con todo ello, aunque hoy en día SEAT cuenta con muy pocas imágenes digitalizadas, en ellas se puede ver una calidad poco frecuente en los catálogos de la época.

De hecho, más allá de las típicas fotografías comerciales, Antoni Campañà ideó composiciones como aquella en la que situó a un 1400 C en un ambiente nocturno e industrial. Además, sus instantáneas son cruciales para ilustrar la actividad productiva durante los primeros años de SEAT. Gracias a ello, en su catálogo no sólo podemos ver el crecimiento industrial en la Zona Franca, sino también el interior de sus cadenas de producción. Y es que, más allá de los automóviles, la industria automotriz cuenta con multitud de historias en las que hay cabida para todo tipo de oficios

Fotografías: Museo Nacional d’Art de Catalunya / SEAT Históricos

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Escrito por Miguel Sánchez

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