Miguel Sánchez
En el madrileño Valle del Jarama la actividad ganadera ha sido primordial desde hace siglos. De hecho, en sus prados regados por las aguas provenientes del Sistema Central la cría del toro de lidia alcanzó uno de sus mayores puntos de actividad en toda la Península Ibérica. Así las cosas, cuando Ferruccio Lamborghini quiso denominar a su nuevo 2+2 en 1970 se acordó de aquel valle español donde no pocos norteamericanos se dejaron la vida en febrero de 1937. De esta manera, siguió con la tradición de usar términos relativos a la tauromaquia para nombrar a sus modelos. Dando con el Lamborghini Jarama una alternativa más compacta al alargado Espada de 1968.
Así las cosas, en Lamborghini se afianzaba una gama en la que la disposición 2+2 era moneda corriente desde los inicios. Bueno, con una excepción. Y es que cuando en 1964 se mostró el 350 GT -primer modelo de la marca- éste montaba un curioso esquema 2+1. Es decir, mientras delante se incorporaron los recurrentes asientos del piloto y el copiloto, en la parte trasera iba tan sólo una escueta y envolvente plaza situada en el centro. Una solución tan insegura como poco vista ideada por Carrozzeria Touring. La responsable de vestir al siguiente modelo, el 400 GT de 1966.
Éste ya sí un 2+2 de pleno derecho en las unidades así especificadas. Ligeramente más alto y amplio que su predecesor aunque también dominado por un V12 aupado hasta los 320CV. No obstante, su producción tan sólo se extendió en el tiempo unos dos años, siendo sustituido en 1970 por el Islero. Eso sí, ya que Carrozzeria Touring había entrado en bancarrota y disolución el diseño de este modelo se encargó Marazzi. La empresa abierta en Milán a finales de 1967 recogiendo a antiguos trabajadores de Touring. De todos modos, tras el impacto logrado por Bertone en el Miura Lamborghini confió sus líneas a la misma. Motivo por el cual el Lamborghini Jarama luce un inconfundible estilo propio de Marcello Gandini.
EL PROTAGONISMO ES PARA EL MOTOR
Más allá del diseño de la carrocería o el habitáculo, lo más destacable en el Lamborghini Jarama es su motor. Algo realmente elogiable. Ya que cuando se diseña un 2+2 no pocas veces se tiene la tentación de dar el protagonismo a elementos de confort por encima de otros más puramente deportivos. Sin embargo, en este caso nos encontramos con un V12 de 4 litros con cuatro árboles de levas capaz de alcanzar 350CV a 7.500 revoluciones por minuto.
Todo ello alimentado por seis carburadores Weber 40DCOE para resultar en un conjunto donde la deportividad y el empuje es innegable. De hecho, la velocidad máxima es de unos 260 kilómetros por hora con un empuje que, según pruebas del momento, no parece agotarse al pasar la barrera en la que otros deportivos comienzan a perder fuelle. No obstante, en el Lamborghini Jarama la deportividad se enfoca principalmente a mantener altas velocidades de crucero sumergido en el rumor de su motor.
Debido a esto, las suspensiones combinadas con sus anchos neumáticos Michelín se idearon para filtrar las imperfecciones del firme no comprometiendo así la comodidad. Llegados a este punto, a este modelo se le puede calificar como una opción GT para aquellos que no quisieran elevar el tono hasta lo que supone un Miura. Además, también era una alternativa más compacta al extenso Espada con cuatro plazas reales. No obstante, para 1972 se lanzó la versión GTS con 365CV.
LAMBORGHINI JARAMA, UNA GAMA QUE SE FUE EXTINGUIENDO
Cuando se presentó en 1970 el Lamborghini Jarama seguía sin montar dirección asistida. Algo extraño para un GT 2+2 de aquel momento, haciendo que las maniobras a baja velocidad o de estacionamiento pudieran requerir de un verdadero esfuerzo. Hecho agravado por llevar el motor en la parte delantera cargando así el eje de dirección. En ese sentido, una de las cuestiones más importantes de este modelo es que fue el último de la marca -hasta la llegada de los actuales SUV y el paso de los LM002- en montar motor delantero.
Y es que la estela dejada por el Miura permeó a toda la marca. Así las cosas, en 1972 se presentó al Urraco como un modelo de acceso pensado para salvar las cuentas de la empresa -algo que no consiguió- con su diseño de motor central-trasero. De todos modos, Lamborghini decidió a partir de 1971 jugarse el futuro a partir de lo que pudiera surgir del prototipo que acabaría originando el Countach en 1974. Una recomposición de la gama que debió transitar por momentos de gran dificultad financiera, llegando incluso a retirarse de la empresa su fundador en 1973.
Y es que, por ejemplo, del Lamborghini Jarama se vendieron poco más de 320 unidades. Unas cifras escuetas que Lamborghini debía dejar atrás si quería seguir siendo una de las mejores empresas de superdeportivos del mundo. No obstante, antes de seguir analizando la historia económica de Lamborghini en próximos artículos lo mejor será quedarse clavados en el recuerdo del Lamborghini Jarama. Uno de los 2+2 más prestacionales y auténticos de la historia.
Fotografías: Lamborghini / RM Sotheby’s
