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Cadillac Eldorado, un americano en Madrid

Adrenalina a la americana

Estamos en el garaje donde se guarda este ejemplar de Eldorado, cubierto con una funda que deja vislumbrar un tamaño exagerado y una zaga con un diseño fuera de lo común. Ya con la funda recogida, este cochazo invita a rodearlo en un inmediato paseo visual.

Sin embargo, mejor seguir el consejo de Fernando, que ve más lógico sacarlo a la luz del sol y examinarlo desde una cierta distancia. Eso sí, después de haber puesto la presión adecuada a los neumáticos de banda blanca y de conectar la batería.

Cuando Fernando activa el arranque, de los dos escapes integrados en el paragolpes trasero sale el característico humo blanquecino: Es vapor del agua condensada en ambos tubos durante el tiempo que este automóvil ha permanecido en reposo.

Reminiscencias de la carrera aeronáutica...
Reminiscencias de la carrera aeronáutica…

Una vez fuera y aún con la capota extendida, el Cadillac Eldorado deja ver su estilo inspirado en los aviones a reacción, aún más evidente en una carrocería plateada. Con este color, los cromados se integran en un conjunto de marcado carácter metálico.

Como el día está soleado, decidimos plegar la capota después de haber hecho la oportuna foto con el cobertor extendido. Sólo hay que soltar los anclajes, fijados al marco del parabrisas.

Del resto de la función, con el motor V8 en marcha, se encarga un mecanismo eléctrico (¡!). Unicamente hace falta pulsar de continuo un botón situado en el tablero, mientras el cielo se va dejando ver. En cambio, la colocación del cubrecapota pide manos humanas.

Antes de plegar la capota, el Cadillac Eldorado parece un automóvil idóneo como coche de representación
Antes de plegar la capota, el Cadillac Eldorado parece un automóvil idóneo como coche de representación

Por efecto de la luz solar, el cuero rojo que reviste el salpicadero, la moqueta, las vestiduras de las puertas y los asientos ha cobrado una luminosidad provocativa. Como si tuviese el mismo color del carmín de Marilyn Monroe.

También es automático el cambio de velocidades Hydramatic, y un repaso al interior permitirá descubrir unos elevalunas eléctricos para subir o bajar cualquiera de las cuatro ventanillas, o las manivelas para abrir los derivabrisas.

Gracias al asiento corrido y al mando del cambio junto al volante, en las plazas delanteras hay espacio holgado para tres personas. También lo hay atrás para otras tantas, algo que se aprovechaba en aquella época menos angustiada por la seguridad.

Velocímetro, termómetro del agua y nivel de gasolina, el resto está de más
Velocímetro, termómetro del agua y nivel de gasolina, el resto está de más

El cuadro de instrumentación, que también dispone de una carcasa cromada, posee un velocímetro graduado hasta 110 millas por hora (177 km/h). El resto lo componen un termómetro del agua y el nivel de gasolina, que en Cadillac lo demás es de fiar.

Al iniciar la marcha, se agradece la servodirección en un vehículo que pesa en vacío casi 2.200 kg. Así, su conducción es relajada, ya que apenas pide más esfuerzo que pisar algo el pedal de gas, sujetar el volante y estar atento al tráfico.

En carretera despejada y a más de 100 km/h, al sonido del motor lo tapan el del aire y el de rodadura, casi como si se tratase de un vehículo impulsado por una fuerza desconocida.

Frontal espectacular, con sus paragolpes cromados y una calandra que inspira agresividad
Frontal espectacular, con sus paragolpes cromados y una calandra que inspira agresividad

Pero si continuamos el recorrido a menor velocidad por una zona de curvas, sí que escucharemos el tono grave y equilibrado del  motor. Sin mayor preocupación, porque tiene una elasticidad  sobrada y el cambio automático se encarga de suavizarlo aún más.

Por otro lado, aunque llevemos ruedas diagonales y no se trate de un peso pluma, el bastidor del Cadillac ayuda en las curvas. La generosa anchura de vías, sumada a la agilidad de la servodirección, aceptan una conducción un tanto decidida.

No en vano, en caso de emergencia ahí están unos enormes tambores servoasistidos y un pedal de generoso tamaño. Aunque quede poco elegante llevar esta nave espacial en plan rallye, está pensada para elevar la adrenalina de los conductores americanos.

El estilo aeronáutico de la trasera, elegante y espectacular al mismo tiempo
El estilo aeronáutico de la trasera, elegante y espectacular al mismo tiempo

De todas maneras, puestos a manejar este Cadillac es indispensable moverlo en ciudad. Salvo que uno padezca una timidez insuperable, descubrirá sin sorpresa que atrae las miradas de todo el mundo, e incluso genera exclamaciones de admiración entre los viandantes.

Con el cambio automático y la servodirección, su manejo dentro del tráfico urbano sigue siendo descansado. Sólo habrá que tener especial cuidado al avanzar en calles estrechas y a la hora de aparcarlo, vistas las dimensiones de la carrocería.

En cualquier caso, su simple contemplación estática resulta ya suficientemente placentera, sobre todo la de su imponente frontal y la de una cola de reminiscencias aeroespaciales.

Finalmente, la constatación de que todo está inventado hace años; de que, salvo la dichosa electrónica, este auto lleva todos esos detalles de equipamiento que algunos parecen haber descubierto hace poco.

Elvis Presley, al volante de su Cadillac Eldorado, también de 1955
Elvis Presley, al volante de su Cadillac Eldorado, también de 1955

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Cerca de las estrellas

En la temporada de 1955, del total de 140.777 automóviles Cadillac que se fabricaron, sólo 3.950 pertenecieron a la versión Eldorado. Y tiene su lógica, porque era el modelo de mayor precio, que se vendía por la respetable cantidad de 6.286 dólares.

Como es de suponer, entre los usuarios de Cadillac Eldorado en aquellos años hubo gente bastante famosa. Sin ir más lejos, uno de ellos fue el irrepetible ídolo del rock&roll Elvis Presley, que utilizó uno de color oscuro y capota blanca.

También tuvieron el suyo la pareja de actores formada por Liz Taylor y Richard Burton; así como también hay fotografías en las que se ve a Marilyn Monroe toda sonriente, en el asiento trasero de un Eldorado durante una visita a los soldados norteamericanos.

Asimismo, el príncipe Aga Khan de Pakistán empleaba uno en sus desplazamientos. Incluso hay imágenes tomadas en Atenas en 1962 en las que se ve a nuestros actuales reyes saludando desde un ejemplar blanco.

En definitiva, un coche que no volaba, pero que estuvo cerca de las estrellas.

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[su_spoiler title=’CUADRO DE ESPECIFICACIONES TÉCNICAS’ show=’false’]

• Dimensiones (largo/ancho/alto): 5,66 / 2,03 / 1,51 metros
• Vías/Batalla: 1,52/1,60 / 3,28 m.
• Motor: 8 cilindros en V a 90 grados
• Cilindrada: 5.422 cc
• Potencia: 270 CV SAE a 4.600 rpm
• Par motor: 52,3 kgm a 2.800 rpm
• Caja de cambios: Automática, de 4 velocidades
• Tracción: Trasera
• Frenos: Tambores
• Neumáticos: 8.20-15
• Peso en vacío: 2.165 kg.
• Capacidad del maletero: 680 litros
• Capacidad del depósito de combustible: 75,7 l.
• Velocidad máxima: 180 km/h
• Consumo medio: 17 l.

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Ignacio Sáenz de Cámara

Escrito por Ignacio Sáenz de Cámara

Desde muy pequeño, sentí atracción por cualquier vehículo, independientemente de que fuese el Renault 4 de mi padre, la furgoneta DKW 800 S de mi abuelo o la Lambretta del tío Santos. Y por supuesto, de los coches que a partir de los 11 años veía en las revistas del motor. También me gusta escribir, razón de que tras abandonar la docencia trabajase como redactor y probador en Autopista... Ver más

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