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Bentley Blower: La fuerza de la sobrealimentación y el ocaso de la marca

Al Bentley Blower le ocurre como al caza Spitfire. Y es que, sin haber sido las máquinas más determinantes y efectivas en sus respectivos ámbitos, sí han acabado generando una imagen alrededor que las alza a iconos de la ingeniería británica. En el caso del Blower esto se debe a la audacia de su mecánica, con un imponente sobrealimentador que le da su personalidad. Todo un avance que, en verdad, fue rechazado en primer término por la propia Bentley.

Así en la mecánica como en la vida diaria hay pequeños detalles capaces de revelar todo un carácter. En este sentido, uno de los ejemplos más ilustrativos en el mundo del automóvil es la protuberancia que al pie de la parrilla lucen algunos Bentley 4 ½. Concretamente 50 unidades producidas de forma consentida por la fábrica. Más las cinco que a modo de ensayo con Le Mans en la mirilla construyó el ingeniero Amherst Villiers en el taller personal del piloto Tim Birkin. Uno de los “Bentley Boys”. Los cuales generaron una gran aureola de victorias y deportividad en torno a la marca inglesa.

Haciéndola vivir sus años más brillantes antes de ser absorbida por Rolls-Royce en 1931 tras el desastre financiero producto del Crack de 1929. Una historia digna de la edad de oro del automovilismo deportivo. Plagada de anécdotas y atrevimientos producto de pilotos que parecían divertirse al jugar con la muerte. No obstante, ¿qué es lo que esconde la protuberancia que hace de esos Bentley 4 ½ unidades tan especiales? Ni más ni menos que un sobrealimentador. El cual hacía que estos vehículos se transformasen en los míticos Blower. Sin duda uno de los modelos más celebrados por los admiradores de la marca.

Tanto así que la propia Bentley anunció durante el pasado 2020 la construcción de varias réplicas a partir de los planos originales. Un trabajo artesano cuya dedicación da pistas sobre la mitomanía que puede llegar a rodear a este modelo. El último gran deportivo construido por Bentley de forma autónoma. Y posiblemente su vehículo de carreras más admirado con el permiso del Speed 8. El Sport Prototipo ganador de las 24 Horas de Le Mans en 2003. Responsable del regreso de la marca inglesa al trazado de La Sarthe tras más de siete décadas de ausencia.

BENTLEY BLOWER. NACIDO FUERA DE LA EMPRESA

Aún siendo inoportuno respecto a la historia deportiva de Bentley, lo cierto es que la frialdad de los datos ha de imponerse a cualquier veleidad literaria. De esta forma debemos reconocer una cruda verdad compartida por los dos últimos modelos citados. Separados por décadas de historia pero unidos por mecánicas que, en realidad, no fueron ideados por la propia Bentley. En el caso del Speed 8 el hecho es que su V8 de cuatro litros deriva del Audi R8C. Algo que no debería quitar mérito en absoluto al modelo de la casa inglesa. Aunque señala cómo ésta ya no es más que una pieza más en la logística del Grupo Volkswagen.

Todo un jarro de agua fría en la misma forma y manera que diversos pilotos ingleses fieles a Bentley contemplaron el paso de la marca a ser sucursal de Rolls & Royce. Algo que los contables vivieron aliviados con la mentalidad práctica que esconde aquello de preferir ser “cola de león a cabeza de ratón”. Pero que, obviamente, los ingenieros y pilotos dados a las carreras y por tanto con la sangre más caliente no compartían en absoluto. De hecho, tras esta operación financiera Tim Birkin dejó a un lado su preferencia por las monturas nacionales para competir a bordos de modelos Alfa Romeo y Maserati.

Sin embargo, antes de hacer aquello coordinó y financió la aparición de los Bentley Blower. Basados en el modelo de serie del Bentley 4 ½ de 1927, pero mejorados gracias a un sobrealimentador responsable de introducir más aire a la combustión. De esta forma, la mezcla se hacía mucho más explosiva. Aumentando la presión y con ello la cantidad de oxígeno. Elemento clave en el proceso de combustión, haciéndolo más virulento al estar más presente este gas. Una forma perfecta de aumentar la potencia del motor, subiendo de los 110CV del 4 ½ hasta los 175CV del Blower en sus versiones de calle. 240CV a 4.200 rpm según algunas fuentes en las de competición. Cifras realmente llamativas para la época.

UNA MEJORA ANTES RECHAZADA

Con el Bentley Blower ocurre algo realmente curioso. Por un lado se trata de uno de los deportivos británicos más famosos y queridos de todos los tiempos. Pero por otro en verdad jamás ganó carrera alguna. De hecho, aunque se construyó para ganar las 24 Horas de Le Mans su historia allí no habla más que de averías y abandonos. Hechos que derivan de la escasa fiabilidad del modelo. El cual adolecía no haber tenido una fase de pruebas mucho más larga y elaborada. Además, en lo que se refiere a su consumo éste resultaba descomunal. Hasta cuatro litros al kilómetro cuando aceleraba de forma tendida a lo largo de la recta de la Mulsanne.

Algo realmente poco eficiente. Siendo fácilmente batido en su planteamiento por los mucho más ágiles y modernos Bugatti Type 35. Modelo mucho menos impresionante pero bastante más inteligente, como demostró su victoria frente al Bentley Blower en el Gran Premio de Francia de 1930. No obstante, aunque su peso y carácter subvirador -debido a los casi cien kilos de su sobrealimentador situado en avance del eje delantero- hacen del Bentley Blower un vehículo poco avanzado en su chasis, la verdad es que mecánicamente estaba a la vanguardia de la época..

En primer lugar por contar con un motor más pequeño que el del Bentley Speed Six. Y aún así con mayor rendimiento. Concretamente con dos cilindros menos. Pero también con mejores relaciones de compresión. Justo lo que en Italia venía desarrollando Vittorio Jano con sus Alfa Romeo P3, anunciando el fin de la idea de aumentar necesariamente el cubicaje para lograr más potencia. Además, la segunda gran característica novedosa del Bentley Blower es su sobrealimentador. Claro está. Principal rasgo del mismo y que, curiosamente, fue rechazado en un comienzo por Walter Owen Bentley.

Líder y fundador de la compañía que nunca aceptó esta novedad. Siendo desarrollada de forma externa a la empresa por Birkin y Villiers en el taller casero del primero. Sólo tras ello, y con cinco unidades preparadas para Le Mans, se pudo convencer a la marca para producir los Bentley Blower en una serie corta de cincuenta. La cual además pudo ser admitida gracias a que Walter ya había perdido el control efectivo de su empresa en lo que sería la antesala de su absorción por Rolls-Royce. En suma, la aparición del Bentley Blower no sólo está llena de azares sino también de tiempos al filo del abismo. Y aún así, sigue y seguirá siendo uno de los automóviles más fascinantes del siglo XX. Sencillamente maravilloso.

Fotografías: Tom Hartley Jr

P.D. La unidad que hemos utilizado para ilustrar este artículo se encuentra ahora mismo a la venta en el concesionario de clásicos Tom Hartley Junior. Es una de las más raras de las cincuenta construidas bajo el amparo de Bentley. Y es que, de las 43 conservadas, sólo hay 18 con número coincidente en chasis y motor. Además, de ellas sólo hay siete cerradas con capota de tela. Datos que hacen de esta unidad algo realmente especial.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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