audi 100
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La consolidación de Audi dentro de Volkswagen con el Audi 100 de 1968

A mediados de los sesenta el Grupo Volkswagen estaba en pleno proceso de reestructuración prescindiendo de algunas marcas para relanzar otras. Una de las beneficiadas fue Audi, a la cual se asignó la misión de ofrecer coches familiar de calidad media-alta con la fiabilidad y la comodidad como principales atributos. Algo que consiguió gracias al éxito del Audi 100. El modelo que resucitó a la empresa tras años de olvido.

El pasado 16 de enero la fusión entre iguales de los grupos PSA y FIAT Chrysler generó Stellantis. Un gigante empresarial con más de 400.000 empleados bajo el cual se refugian marcas tan distintas como Citroën, Alfa Romeo, Dodge, Jeep u Opel. Producto del signo de nuestros tiempos, esta concentración de capital internacional dedicará 30.000 millones de euros en los próximos cuatro años a perfeccionar la transición eléctrica y reposicionar marcas como Lancia en el nuevo escenario global. De esta forma, se espera que su dominio en ciertos mercados sea aún mayor.

Un proceso financiero que parece seguir paso a paso lo predicho por Lenin respecto a los monopolios. Protagonistas de un capitalismo en fase superior donde la competencia se realiza entre unas pocas empresas capaces de acaparar todo el mercado. No obstante, lejos de acudir a plomizos debates marxista-leninistas lo cierto es que en la industria automovilística europea existen precedentes muy antiguos. Uno de ellos es el que se dio en la Alemania de entreguerras con la fusión de Horch, Audi, DKW y Wanderer en Auto Union. Cuatro empresas acuciadas por la falta de liquidez que pasaron a operar en conjunto conservando cada una su propia gama y personalidad.

A partir de ahí, el consorcio simbolizado por la figura de los cuatro aros pasó a estar bajo la protección de Daimler en plena expansión tras la Segunda Guerra Mundial. Una época azarosa en las finanzas. Tras la cual fue vendida a Volkswagen en 1964 para cimentar lo que hoy en día es un grupo que coopera con Ford en materia eléctrica. Dirigiendo los destinos de catorce marcas entre las que se encuentran Ducati o Bentley. Otra de esas noticias recurrentes en las páginas salmón de los diarios. Haciendo regresar de nuevo aquellas palabras escritas en 1916 “ahora el monopolio es un hecho … los hechos son testarudos, y de grado o por fuerza hay que tenerlos en cuenta”.

VOLKSWAGEN EN LOS SESENTA, UN CONTEXTO COMPLEJO

A mediados de los años sesenta tanto Volkswagen como sus recién adquiridas marcas de Auto Union necesitaban una racionalización urgente. Y es que el mercado crecía de forma exponencial. Dejando interesantes nichos que podrían ser cubiertos por una empresa masiva a la manera de FIAT en Italia. Así las cosas, mientras en Volkswagen preparaban lo que acabaría siendo el Golf como sustituto definitivo del anticuado Beetle, marcas como DKW o Audi languidecían a nivel comercial. Un verdadero problema para el grupo de Ingolstadt. Necesitado de una berlina con la que plantar cara a Mercedes y especialmente BMW, la cual estaba en ascenso con sus New Class de 1962.

De esta forma, en 1965 se volvía a usar la denominación Audi en un automóvil desde 1940. El escogido fue el 1700. Producto del desarrollo que Daimler había hecho con los DKW antes de vender Auto Union a Volkswagen. Una buena base para resucitar el prestigio de Audi, especialmente si tenemos en cuenta la incorporación de un motor diseñado desde cero por Mercedes. No obstante, el público alemán no recibió al 1700 con demasiada ilusión. Incluso parte de la prensa especializada lo tildaba de sobrio y anodino. Lo cual es discutible, ya que como novedades destacables incluía la tracción delantera y un doble circuito de frenos.

Atributos que no seducían desde la óptica de las prestaciones. Pero sí desde la de la comodidad, la calidad de acabados y la seguridad. Un cúmulo de cualidades donde empezó a jugar el renacer de Audi, proyectándose a un nivel medio-alto con la fiabilidad por bandera. Llegados a este punto, sólo quedaba crear un modelo como el Audi 100 para posicionar la marca dentro del renovado Grupo Volkswagen. Hecho que ocurrió en 1968. Descubriendo al fin esta berlina amplia, serena y merecedora de la confianza de cualquier comprador interesado en un coche de calidad sin ser necesariamente prestacional.

AUDI 100, EL ÉXITO DE LO MESURADO

Obviamente el Audi 100 nacía sin veleidades deportivas. Un hecho que sin embargo no le privó de contar con uno de los atributos más necesarios en cualquier coche con gusto por la velocidad: poco peso. Gracias a sus poco menos de 1.100 kilos no sólo lograba unos consumos ajustados, sino también un buen comportamiento dinámico unido a la facilidad de conducción por su tracción delantera. Cualidades que compensaban las prestaciones de sus motores cuatro cilindros. Situados entre los 85CV y los 112CV en el sedán. Siempre colocados algo por delante del eje delantero. Dando como único fallo notable según las pruebas del momento un carácter en exceso subvirador.

Con esta carta de presentación, el Audi 100 tuvo como principal virtud dar exactamente lo que se esperaba de él. Motivo por el cual se convirtió en un éxito de ventas desde el primer momento. No obstante, para dotar al nuevo modelo de un golpe publicitario el Grupo Volkswagen presentó en 1969 una atractiva versión coupé que, a día de hoy, sigue siendo uno de los Audi visualmente más poderosos. Una mezcla de influencias americanas en su caída fastback a lo Ford Mustag y ecos del elegante estilo italiano lucido por el FIAT Dino. Todo un acierto, aunque realmente no se salía del carácter sobrio y estable dado por la berlina.

Al fin y al cabo, la motorización más potente del coupé fue un 1’9 litros de 116CV. Además, esta carrocería sólo se mantuvo durante la primera generación del Audi 100. Quedando para la historia como una pincelada estética responsable de vender unas 30.000 unidades frente a las más de 820.000 de la berlina. Unas cifras más que reseñables para un vehículo del segmento medio-alto durante los primeros años de los setenta. Más aún si tenemos en cuenta que partía de cero con la responsabilidad de reposicionar a una marca ya casi olvidada. Idea cuyo éxito está a la orden del día, sólo teniendo que asomar la vista por el balcón para ver pasar un Audi a los pocos minutos.

Fotografías: Audi

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Escrito por Miguel Sánchez

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