Miguel Sánchez
“La meccanica delle emozioni”. Éste es el lema que actualmente utiliza Alfa Romeo. Una buena síntesis de lo que ha sido la empresa a lo largo de sus 111 años de historia. Creando una identidad basada en la deportividad y el diseño más que en la fría lógica empresarial responsable del triunfo de empresas hermanas como FIAT. Por todo ello, Alfa Romeo cuenta con episodios de alto octanaje narrativo. Un placer para cualquier aficionado al motor sea alfista o no. Ya que resulta fácil verse seducido por historias como la de los Tipo 33.
Los automóviles de competición en producción desde 1966 hasta 1977, con los cuales Alfa Romeo pretendió volver a lo más alto en el mundo de las carreras. Especialmente en las diversas pruebas del Campeonato Mundial de Resistencia, con citas como Le Mans, Sebring, Daytona, Nürburgring o Targa-Florio en la mirilla. Un objetivo complejo debido a la aparición coetánea de los impresionantes Ford GT40, Porsche 917 y Ferrari P4.
Algo que, sin embargo, no disuadió a Alfa Romeo de conquistar la victoria como constructor en el Campeonato Mundial de Resistencia de 1975. Una hazaña lograda gracias al 33TT12. El modelo equipado con un 12 cilindros plano de 3 litros. Muy alejado del planteamiento de pequeños motores V8 de dos litros que definiera a los Tipo33 en sus inicios.
Alfa Romeo 33 Stradale con el diseño de Franco Scaglione
No obstante, la intrincada evolución de los Alfa Romeo 33 se dio especialmente en la competición, ya que en lo referido a la versión para venta al público sólo existió una: el Alfa Romeo 33 Stradale de 1967. Uno de los pocos ejemplos en los que la versión de calle es resultado de la de competición. Además, sirvió como base para algunos de los mejores ejercicios de estilo del momento. Uno de ellos es el Alfa Romeo 33 Cuneo. Obra maestra firmada por Paolo Martin para Pininfarina de la cual se cumple ahora medio siglo.
ALFA ROMEO 33 STRADALE. 18 CHASIS PARA SIETE DISEÑOS DIFERENTES
Aunque resulta imposible decidirse, el Alfa Romeo 33 Stradale es posiblemente la creación más elaborada de la marca. Aceptado hoy en día como uno de los precedentes más claros del concepto de superdeportivo, este modelo parte directamente de la experiencia en competición de los Tipo 33. Un coche de carreras homologado para circular por la calle, por lo cual recibió el apelativo de Stradale. Además, mientras su refinada mecánica V8 se asienta en un cuidado chasis en H, la carrocería firmada por Franco Scaglione da lugar a uno de los deportivos más hermosos e hipnóticos de todos los tiempos.
Una leyenda acrecentada por el hecho de que Alfa Romeo donó cinco de los dieciocho chasis fabricados desde noviembre de 1967 hasta marzo de 1969 a tres de los mejores carroceros italianos del momento. Como resultado de esto, aparte del diseño de Scaglione para las unidades producidas por Alfa Romeo aparecieron 6 más. Todos ellos obras maestras fundamentales para entender la transición del diseño ondulado de los sesenta al diseño en cuña de los setenta. Cimiento de unos mejores resultados aerodinámicos, pero también de modelos tan diversos como el Lamborghini Countach o el Maserati Merak.
Más allá de la influencia lograda gracias a estos modelos con el Alfa Romeo 33 como base, lo cierto es que la empresa milanesa consiguió situar su nombre junto al de la vanguardia del momento. Mientras Giorgetto Giugiaro con Italdesign lanzó el Iguana en 1969, Marcello Gandini generó un enorme impacto con sus dos versiones del Alfa Romeo 33 en Bertone. La Navajo de 1976 y, sobretodo, la Carabo de 1968 con las puertas de tijera. Posiblemente su ejercicio de estilo más influyente junto al Lancia Stratos Zero de 1970.
33 Iguana, de Italdesign 
33 Carabo, de Bertone 
33 Coupé Speciale. De Leonardo Fioravanti para Pininfarina
PININFARINA: DOS CHASIS Y TRES CARROCERÍAS
Cuando Pininfarina recibió los dos chasis que le habían sido encomendados ésta los asignó a dos de sus diseñadores más punteros. Un reparto que cosechó resultados excelentes en ambos casos, aunque con aspectos finales muy distintos. Y es que, mientras el 33/2 Coupé Speciale de Leonardo Fioravanti sublima las líneas marcadas por Aldo Brovarone en el prototipo del Dino 206 GT… El 33 Roadster de Paolo Martin exploraba en 1968 las posibilidades de una cuña rectilínea coronada con un alerón futurista que hace las veces de arco de seguridad.
Primero de los dos diseños de Paolo Martin sobre el mismo chasis. Roadster de 1968
Un tanteo con el diseño cada vez más pegado al suelo, lo cual tuvo su clímax al presentar en 1970 el Ferrari Módulo. Sin lugar a dudas la creación más experimental de Paolo Martin. Quien también es responsable del Lancia Beta Montecarlo, el FIAT 130 Coupé o el Peugeot 104. Un torrente creativo que lo llevó a desmontar en 1971 la carrocería de su 33 Roadster para dar paso al Alfa Romeo 33 Spider. Concepto en el que el diseño en cuña se lleva tan al extremo que el propio Museo Alfa Romeo de Arese donde está depositado lo nombró con el apelativo de “Cuneo”.
Más allá de sus líneas depuradas, detalles como las ocho salidas de escape encuadradas entre los pilotos traseros -una por cilindro- representan una de las cimas en la historia de Pininfarina. No tan adelantada como otras puesto que este tipo de diseño rectilíneo ya estaba planteado tres años antes, pero sí sumamente refinada. Algo que hace del Alfa Romeo 33 Cuneo de 1971 uno de los mejores exponentes de la revolución del diseño en cuña. El movimiento que dejó atrás los esquemas de los años cincuenta y sesenta para encarar con aires renovados las dos décadas siguientes.
Fotografías: FCA Heritage
