Prueba Lotus Elan +2
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Lotus Elan +2, atornillado al asfalto

Un sonido ronco me levantó de mi letargo. Eran las 4 de la tarde de un cálido día de marzo cuando «Susurros» irrumpió en mi nave con el Elan bramando. Desde el piso superior podía sentir perfectamente cada pistonada de la mecánica del auto.

De inmediato me levante de la silla, y justo en ese momento cesó la música. Me quede dubitativo por unos instantes (¿habrá sido un sueño? pensaba yo), según me acercaba a la ventana interior que me permite ver la nave. No, no era un sueño, ahí estaba el precioso Lotus Elan +2 bristish green. Es curioso pero desde arriba se puede apreciar perfectamente lo ideal del tamaño del coche.

Al bajar, «Susurros» me recibe con una amplia sonrisa mientras me da las llaves de nuestra montura para los próximos días… Y es que señores, tengo la suerte de poder correr con este chiquitín un rally de regularidad por tierras gallegas, ni mas, ni menos. De momento me tengo que encargar de llevarlo hasta la campa donde lo cargara un camión rumbo Vigo. Me acerco a observarlo de cerca; la verdad, me sé de memoria sus líneas, son varios los rallies que he corrido contra él, lo que me ha permitido examinarlo muchas veces.

El frontal es agachado, muy plano, incluso puntiagudo; cobija bajo su capot el voluntarioso propulsor con sus dos enormes carburadores dobles Dellorto. La línea lateral es muy bonita y clásica, siempre me ha gustado más que la de su hermano de dos plazas, con una batalla alargada gana enteros (para mí, ¿eh?). La trasera con la salida de escape en la zona central me parece increíblemente deportiva. El único pero que le pongo al conjunto es la pintura, que al ser de fibra es imposible que se conserve perfecta.

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La revolución británica

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El coche de “Susurros”, su propietario, es la historia de un sueño. El quería un verdadero clásico que le permitiera participar en regularidad con una cierta solvencia, y le sirviera a la vez para realizar pequeñas salidas con su familia… La línea y la historia de Lotus le cautivaban, máxime desde que leyó el romance que existió entre Jim Clark y su pequeño deportivo…

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En 1960 el equipo del genial Colin Chapman decide dar una nueva vuelta de tuerca a su concepto inicial de coche ligero, con una muy favorable relación peso potencia, para ampliar su gama; o mejor dicho, para sustituir al Elite (1957-63) que fue vendido como el primer monocasco de fibra de vidrio -Poliester- y cuya principal virtud era el escaso peso de 640 Kg unido a una pequeña mecánica Coventry Climax.

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Prueba Lotus Elan +2

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Así, Ron Hickman será el responsable final del equipo de diseño del nuevo deportivo, cuya concepción inicial es un biplaza ligero dotado de un motor generalista sencillo y poco costoso de adquirir y mantener. Para ello, el equipo de Ron diseña un chasis de acero en forma de «Y», más barato de fabricar que el monocasco del Elite y en torno al cual fijarán una sencilla carrocería de fibra compuesta por tan solo cinco piezas principales.

Para Octubre de 1962 Lotus presenta en el Salón de Londres su Elan, cuya mecánica será el fiable motor Ford tipo 166 E (1558 cc) con culata Lotus de doble árbol de levas. La potencia inicial era de 106 Cv, pero en evoluciones posteriores llegaría hasta los 160 Cv. Con un peso por debajo de 700 Kg -concretamente 688-, se trataba de un un autentico misil capaz de hacer el 0-100 en menos de 8 segundos y con una Velocidad punta inicial de 175 Km/h.

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Prueba Lotus Elan +2
La culata Lotus afila el robusto propulsor Ford

Una lapa medianamente cómoda

Al día siguiente cojo el coche hacia las 11 de la mañana para recorrer un tramo de autopista, otro de carretera secundaria y, finalmente, cargarlo en el camión. Llego tarde, pienso al subirme, mientras piso el embrague y giro la llave; al instante el tetracilíndrico cobra vida con una estruendosa bienvenida. Sin prisas, lo dejo calentar un par de minutos mientras atiendo una llamada telefónica. Cuelgo y, como si lo hubiera conducido toda la vida, salgo del polígono hacia la autopista.

Callejeando me doy cuenta de lo suave que es llevarlo y de la excelente puesta a punto que tiene; no da tirones ni se queja. Veo que el indicador de temperatura está ya en su sitio, así que entrando en la doble vía hundo el pie derecho en el acelerador: el sonido del motor se transforma en una de las melodías mas racing que he escuchado. Segunda, tercera, cuarta, quinta… miro el velocímetro y no me lo creo, en menos de 10 segundos estoy casi fuera de la ley. Levanto el pie y lo dejo a 120, en torno a 3.200 rpm. El Lotus cambia, ya no suena, es incluso cómodo; de hecho, recorro por esta vía 40 km y ni me entero.

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Al dejar la pista, apuro el cambio en la vía convencional, subiendo hasta las cercanias de las 7.000 vueltas. Aprovechando un par de rotondas para comprobar el excelente agarre del coche, descubro que es muy complicado hacer que se descoloque el eje trasero. Enlazo las curvas con una increíble soltura, sin duda uno de los puntos fuertes de estos deportivos son las rápidas reacciones del conjunto motor-dirección, pero en el buen sentido: no es nervioso, sino dulce, respondiendo sus órganos mecánicos con inmediatez. Lo cierto es que el diferencial autoblocante ayuda bastante.

Bellos interiores, ¿verdad?

Llego a mi destino y solo han transcurrido 40 minutos. Al final he llegado con tiempo, así que paro el motor y me quedo contemplando el exquisito salpicadero de madera. Si hay algo que lo define son las palabras Deportivo y Británico. Un increíblemente cómodo volante forrado en piel, con el logotipo de Lotus en el centro, deja ver dos grandes indicadores, RPM y velocímetro…

A nuestra derecha y en el centro del tablier, los relojes de combustible, temperatura, presión de aceite, agua, etc, y debajo de ellos un gran número de pulsadores muy de los setenta. En el poblado salpicadero hay hasta sitio para dos elevalunas eléctricos, todo un lujo para aquella época. Es un deleite para la vista, me encanta, es elegante y deportivo a la vez.

La habitabilidad y la vida a bordo son dos de los fuertes del Elan +2. El acceso es realmente bueno gracias a su amplia puerta y a pesar de la escasa altura de la carrocería. En la zona de atrás la entrada es algo más difícil, y se podrá viajar con una relativa comodidad si no se sobrepasa 1,70 metros de altura.

Por dentro da una inusual sensación de amplitud, quizás sea porque el túnel de la trasmisión divide claramente el espacio de conductor y copiloto, pero en cualquier caso es bastante agradable. Los asientos que se ven en las fotos no son los originales, que guarda celosamente “Susurros”, sino unos baquets que sujetan un poco más en los rallies…

 

Continúa en la Página 2…

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Escrito por Antonio Silva

Me llamo Antonio Silva, nací en Madrid en el año 1973. Gracias a mi empresa he podido conocer de primera mano todas las fábricas nacionales de vehículos y unas cuantas de las europeas, así como muchas de las de componentes, no siendo esto sino un acicate más para mi afición... Ver más

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